Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 306
¨El Misterio de Belicena Villca¨
pues que el Enemigo es implacable. Ahora os anuncio un nuevo peligro de destrucción.
Pero no se trata del que a vosotros os preocupa: la extinción de la Estirpe por la falta de
descendencia. Será una vez más el puñal del Sacrificador Uno quien intentará derramar
la Sangre Pura de Skiold. ¡Sí, Atumurunas; el Gran Sacrificador ha abierto una Puerta
por la que los hombres dormidos se arrojarán sobre vuestras gargantas! Malas y buenas
noticias os traigo. Las malas consisten en que el Imperio inga de Cuzco, dividido por la
mezquindad y locura de sus Reyes, será prontamente destruido por los hombres
dormidos que llegarán en hordas incontenibles. Vosotros deberéis huir de Koaty para
siempre: sólo actuando con decisión y rapidez, a último momento, evitaréis un tercero y
definitivo intento de aniquilación de la Estirpe.
Y he aquí las buenas nuevas: si obedecéis eficazmente mis órdenes, no sólo
salvaréis la Estirpe de Skiold sino que el Señor de la Guerra os tomará en consideración
para participar destacadamente en la Batalla Final. Y éstas son mis órdenes: desde
ahora no intervendréis jamás en los pleitos del Imperio, ni aun viendo cómo el Enemigo
lo desintegra sin piedad. Conservaréis la calma hasta último momento. Entonces
llegarán unos Enviados del Señor de la Guerra. Los reconoceréis porque traerán una
Piedra semejante a la de la Corona del Rey Kollman. Con Ellos vendrá una Princesa de
la Sangre más Pura de la Tierra: Ella os será confiada para que la desposéis con un
Príncipe de la Casa de Skiold; su descendencia preservará la Estirpe y constituirá la raíz
de un pueblo poderoso al Final de los Tiempos. Pero en retribución, Atumurunas,
conservaréis Virgen a la Princesa Quilla y se la entregaréis a Ellos, para que su propia
Estirpe se prolongue en la Sangre Pura de Skiold.
Ellos vienen de un país muy lejano, aunque no tanto como aquél del que vosotros
procedéis. Estarán guiados por Nosotros y tarde o temprano se aproximarán al Camino
de los Dioses. Daréis instrucciones, pues, a los Amautas del Bonete Negro, para que se
distribuyan en los confines del Camino y los aguarden y conduzcan a Koaty. Los
Amautas deberán dar parte a los Scyris de los pueblos locales de que serán castigados
con las penas más severas si causan algún daño a los Extranjeros portadores de la
Piedra: ¡Hacedles saber que Ellos, al igual que vosotros, son Señores de la Muerte,
Huancaquilli Huañuy!
Estaréis preparados para evacuar Koaty apenas lleguen los Huancaquilli y hayáis
intercambiado las Princesas. Vosotros iréis al Valle Grande Kâlibur, al sitio que habéis
visto en la Piedra de la Corona. Allí atravesaréis la puerta secreta que conduce a un valle
protegido por las Runas de Wothan, adonde forjaréis, un terrible pueblo guerrero que
regresará a este Mundo en los días de la Batalla Final. Pero los Huancaquilli deben viajar
más al Sur, a la Fortaleza o Pucará de Tharsy, o Thafy, donde se encuentra el Gran Meñir
de Tharsy plantado por los Atlantes blancos hace miles de años. ¡Sí, Atumurunas;
cuando nosotros fundamos una Estirpe, siempre plantamos Su Meñir! Y sólo con el
correr de las generaciones, sólo si la Sangre se conserva Pura, los Miembros de la
Estirpe se reencuentran con Su Meñir. Ello ocurre al concretarse la Misión Familiar: por
eso vosotros hallaréis vuestro Meñir en el Valle Grande y los Huancaquilli encontrarán el
suyo en el Valle Thafy. Y el Enemigo no podrá penetrar en las Murallas Estratégicas de
los Grandes Crómlech que rodean y aíslan los Meñires Fundamentales de la Raza.
Los Antepasados blancos, los Atlantes blancos, dejaron un pueblo al cuidado del
Meñir de Tharsy, en el Tucumán: Ellos celebraban el Culto al Señor de la Guerra, al que
llamaban Vultan o Voltan, en una Apacheta, o altar, junto al Meñir; purihuaca Voltan
guanancha unanchan huañuy. Aquellos guardianes hace miles de años que fueron
exterminados por los indios diaguitas, miembros del “Pueblo Elegido” por el Dios
Creador de este Infierno, quienes todavía habitan en la región. Brindaréis, pues, una
escolta a los Huancaquilli para que arriben sin peligros al antiguo Pucará del Valle
Thafy, adonde habitarán también hasta los Días de la Batalla Final.
Atumurunas de la Casa de Skiold: he dicho cuanto tenía que decir y no conviene,
por motivos estratégicos, agregar nada más. Os reitero el saludo de Wothan y me
despido hasta la Batalla Final. O hasta que vosotros coincidáis conmigo en otro kairos.
¡Gracia y Honor, Sangre de Skiold! –les deseó el Señor de Venus, en tanto levantaba el
brazo derecho para expresar el Bala Mudra.
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