Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 305

¨El Misterio de Belicena Villca¨ Dioses, al que terminaron ocupando casi por completo, y a la “Ciudad de la Luna”, en la caverna secreta de la Isla de la Luna. Rara vez se hacían ver por los pobladores del Imperio de Cuzco, como no fuese para transmitir alguna información esotérica a los ingas, mas sus apariciones eran temidas, pues se los consideraba como “anunciadores de males”, “presagiadores de desastres”, etc. Sus “enviados” eran los Amautas del Bonete Negro, quienes tampoco se hacían ver demasiado e inspiraban idéntico temor. Conviene aclarar, Dr. Siegnagel, que una vez ocupado el Camino de los Dioses, sólo fue utilizado para desplazarse por los Amautas del Bonete Negro: los Atumurunas empleaban en cambio un sendero subterráneo que atravesaba la Cordillera de los Andes de extremo a extremo, y tenía el mismo trazado que el Camino de los Dioses, es decir, que se extendía por debajo de éste. Existían entradas secretas verticales que comunicaban el Camino de los Dioses con el túnel cordillerano, por las cuales “aparecían” los misteriosos Atumurunas. Y, según afirmaban las leyendas ingas, aquel túnel, construido por los Atlantes blancos, poseía vehículos de piedra que permitían viajar a velocidades fantásticas. Finalmente, dos años antes de la llegada de Francisco Pizarro a Cajamarca, la situación de los Atumurunas se tornó desesperada: sólo disponían de la Princesa Quilla para mantener la sucesión matrilineal de la Estirpe, pero no acertaban a determinar su matrimonio pues los doce Atumurunas vivientes eran todos parientes demasiado cercanos y cuyos padres y abuelos habían sido también primos y hermanos entre sí; cualquier enlace con ellos degradaría con seguridad la Sangre Pura, causaría la degeneración de los descendientes. Fue en esas circunstancias que los Noyos observaron “una Señal Lítica en la Piedra de Venus” y recibieron la visita “del Dios Küv”. La Corona del Rey Kollman descansaba desde hacía siglos sobre un altar de piedra con forma de sector circular recto: los extremos del arco exterior se unían con un arco interior en relieve, paralelo al primero, para simbolizar la imagen de la Luna en cuarto menguante; y sobre esa media luna se ubicaba la Corona Sagrada, con la Piedra de Venus enfrentando el borde circular. Los Noyos se sentaban normalmente frente a la Corona, alineando con la vista la Piedra de Venus y el vértice del ángulo recto del altar. A diferencia de lo ocurrido con los señores de Tharsis, quizá a causa de la endogamia, los doce Noyos Atumurunas fueron capaces de proyectar la Señal Lítica en la Piedra de Venus. Reconocieron así un paisaje megalítico que, si bien quedaba a miles de kilómetros del lago Titicaca, no implicaba travesías marítimas y selváticas como las protagonizadas por los Iniciados españoles. Lo que se veía, en efecto, era una réplica de las rocas del Externsteine, la montaña sagrada de los germanos situada en el bosque Teutoburger Wald. En verdad, existen varios Externsteine en el mundo, todos semejantes al de Alemania, y todos poseedores de las Vrunas de Navután. El que se observaba en la “Piedra del Valhala”, de la Corona del Rey Kollman, se encontraba cerca de la Quebrada de Humahuaca, en el actual territorio de la República Argentina, en un lugar llamado hoy día “Valle Magno”, al pie del Cerro Kâlibur. De eso los Atumurunas no abrigaban ninguna duda. Lo que faltaba determinar era ¿qué significaba esa imagen? ¿acaso tendrían que viajar hasta el Externsteine jujeño? Podría ser: cerca de allí, según afirmaba una tradición familiar, había una entrada secreta que conducía al Valhala, o K'Taagar, previo paso por la Puerta del Sur. Las respuestas las ofrecería el “Dios Küv”. Sexagésimo Día Cuando el Señor de Venus apareció por el ángulo recto del altar de piedra, los doce Atumurunas y la Princesa Quilla lo vieron simultáneamente. – ¡Gracia y Honor, Sangre de Skiold! –saludó el Señor de Venus, expresando con su mano derecha el Bala Mudra. – ¡Sieg Heil! –contestaron a coro los Hombres de Piedra. – ¡Sangre de Skiold: os traigo el saludo de Wothan, el Señor de la Guerra! ¡Y también os traigo Su Palabra! ¡Prestad atención, abrid bien vuestros sentidos, porque la presente es oportunidad única, tal vez irrepetible antes de la Batalla Final! Dos veces se ha intentado destruir vuestra Estirpe: una en Skioldland y otra en la Isla del Sol. Sabéis 305