Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 304
¨El Misterio de Belicena Villca¨
que los descendientes de Manco Kapac sólo se casaban entre ellos, nada pudieron hacer los
ingas de Cuzco para evitar la degradación de la Sangre Pura. En un siglo ya no surgían
Iniciados de la familia real y los ingas dependían de los Amautas del Bonete Negro para
cualquier oficio esotérico. Más no concluyó allí la caída de los cuzqueños: la expansión
territorial del Imperio los puso en contacto con pueblos del Pacto Cultural y sufrieron la
influencia de Sacerdotes que transformaron el Misterio de Viracocha, o Navután, en un mero
Culto al Dios Creador. Hubo entonces “otros” Amautas, es decir, Sacerdotes que usurparon la
función de los Iniciados Hiperbóreos.
El mayor daño, en este sentido, lo produjo la llegada en el siglo XIV de un conjunto de
misioneros católicos procedentes del Brasil, adonde habían desembarcado luego de cruzar el
Atlántico. Los guiaba un Sacerdote de fuerte personalidad al que los indios paraguayos dieron
el nombre de Pay Zumé o Pay Tumé, nombre legendario que los posteriores jesuitas de las
“Misiones” identificaron con el Apóstol Santo Tomás o Santo Tomé. Los ingas, en cambio,
aceptaron su prédica y la equipararon con su Dios Tunupa, uno de los Aspectos de Viracocha.
Las certeras medidas que tomó para destruir la religión de los Atumurunas indican que no
había arribado al Cuzco por mero azar sino que era un Enviado de la Fraternidad Blanca.
Aquel Sacerdote logró imponer el culto a la Cruz, al Crucificado, a la Madre de Dios y a la
Trinidad de Dios, creencias que aún se mantenían más o menos deformadas en los tiempos
de la conquista española. Esto fue sin dudas nefasto para la vitalidad espiritual de los ingas,
pero el mal más grande provino de la introducción del sacrificio ritual y del cambio de
significado de la Apacheta.
En la Época del Imperio de Tiahuanaco, un Atumuruna llamado Sinchiruca enseñó a los
indios una variante del Culto del Fuego Frío. En tal Culto las piedras de la Apacheta
representaban a los Grandes Antepasados, Achachila Apacheta, mientras que un peñasco
especial era la Piedra Fría, la Piedra poseedora del Signo Huañuy o Signo de la Muerte. La
Rumi Huañuy estaba también en el Corazón del hombre, en su Alma, y a ella permanecía
encadenado el Espíritu Increado: por eso en la Ceremonia Tocanca, al escupir el acuyico de
coca sobre el Rumi Huañuy, se expresaba el deseo de separación de lo anímico y lo espiritual,
la transferencia de lo anímico a la Piedra. Pero, por sobre todo, la Apacheta era un altar, un
“lugar alto”, consagrado a la Madre de Navután, la Diosa Ama, la Virgen de Agartha, la Diosa
que entregó la Semilla del Cereal a los hombres, es decir, la Diosa que los indios conocían
como Pachamama. Cuando el indio transitaba por un sendero, y llegaba a un cruce o
encrucijada de caminos, depositaba una piedra en la Apacheta y dejaba su acuyico de coca, o
simplemente colocaba un guijarro mojado con su saliva: la Pachamama, entonces, “mataba”
su cansancio, “destruía” su fatiga, “quitaba” el dolor, aquello que es propio de la
condición humana, vale decir, “liberaba” al Espíritu de la naturaleza anímica o animal; y
“orientaba” al viajero en el Laberinto de Ilusión que reflejaba la encrucijada. Pero cuando el
indio escuchaba las Vrunas de Navután, la Voz de Viracocha, en cualquier lugar que fuese,
caía como fulminado y se decía que estaba apunado: entonces era el momento de levantar un
altar a la Pachamama y allí mismo se depositaban las piedras de la Apacheta.
Como dije, la Doctrina de Pay Zumé alteró el significado estratégico de la Apacheta,
coincidiendo en esto con los Diaguitas hebreos, que habían introducido modificaciones
semejantes en los territorios conquistados a los Atumurunas. El cambio consistió en
transformar el Culto del Fuego Frío en Culto del Fuego Caliente y en identificar a la
Pachamama con la Gran Madre Binah. Se convirtió de ese modo, al estilo de la decadencia
romana, la Apacheta en un altar de Dioses Lares, o de un Dios Supremo, Creador del Mundo,
representado por el Fuego Caliente, el Fuego Creador que nunca se extingue, el Logos Solar,
el Sol. Y sobre la Apacheta reinaba ahora una Pachamama-Binah, Madre Tierra, Shakty,
Matriz Creadora de las cosas; Diosa del Amor a la que convenía sacrificar para que
interviniese ante su Esposo, el Creador Uno. La Apacheta perdió desde entonces su carácter
estratégico y orientador hacia el Origen y fue, para los ingas de Cuzco, un objeto del Pacto
Cultural, un instrumento de idolatría de los Sacerdotes de la Fraternidad Blanca, los nuevos
“Amautas”.
Tal proceso de decadencia espiritual resultó catastrófico para los Atumurunas del lago
Titicaca, que igualmente no lograban preservar la Sangre Pura y se enfrentaban día a día con
el peligro de la extinción racial. Su presencia se reducía ahora al ámbito del Camino de los
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