Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 302
¨El Misterio de Belicena Villca¨
rechazo casi epidérmico, esencial a las costumbres y cultura de aquéllos. El caso era que, si
bien la masa de indios pertenecía efectivamente a las etnias americanas, la casta noble y
sacerdotal que los regía tenía origen mediterráneo o, con más precisión, provenía de Medio
Oriente: en los museos de Santiago del Estero, Catamarca, Salta, Tucumán, o Tilcara, pueden
verse hoy día cientos de cerámicas y torteros escritos en arameo y hebreo, que aseveran esta
afirmación.
Así es, Dr. Siegnagel. La nobleza diaguita ostentaba la más rancia prosapia hebrea y, sus
Sacerdotes, se consideraban como los más celosos defensores del Pacto Cultural y del
Sacrificio Uno. Profesaban un odio mortal contra los vikingos y vivían permanentemente
hostilizando las fronteras del Imperio. Pero siempre se los había controlado; por lo menos
hasta el fatídico año 1315. Ese año, un alzamiento generalizado de tribus diaguitas se produjo
desde la Quebrada de Humauaca hasta Atacama, en Chile, sin que hubiese un motivo
justificable por parte del Imperio. Las noticias que llegaban indicaban que el Gran Cacique
Cari había recibido la visita de dos Enviados del Dios Uno, Berhaj y Birchaj, quienes los
incitaron a la guerra contra Tiahuanaco; Ellos le aseguraron el Triunfo porque los
Diaguitas, decían, pertenecían al Pueblo Elegido por El, y no podían perder. Motivados de
esa forma, los feroces indígenas avanzaron irresistiblemente tras los límites del Imperio, y
sitiaron Tiahuanaco. Los vikingos, finalmente, buscaron refugio en la Isla del Sol, mientras que
los Atumurunas Iniciados, es decir, los Hombres de Piedra, se introducían en la Caverna
Secreta Atlante de la Isla de la Luna, Koaty.
Los vikingos nada pudieron hacer contra la Alta Estrategia aplicada por los Demonios
Berhaj y Birchaj, que guiaban a los Diaguitas y acabaron cayendo en el cerco que el Enemigo
cerró en torno de la Isla del Sol. Tomados prisioneros por miles, los skioldanos fueron
pacientemente degollados uno por uno a manos de los Sacerdotes hebreos-diaguitas. Al llegar
a esta parte del relato, el Atumuruna Tatainga señaló un relieve rúnico en la pared y preguntó:
El Pucará de Sayagmarca, situado sobre el filo de un cerro, a 3600 metros de altura, en
las inmediaciones de Machu Pichu, Perú
El Puca Pucará, emplazado en un pequeño valle en las proximidades
de Cuzco, Perú
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