Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 291
¨El Misterio de Belicena Villca¨
no tener ni un gramo de pólvora. A la vanguardia avanzaba Lito de Tharsis, que iba montado y
seguido de tres indios comprados en Coro, valiosos por lenguaraces y baqueanos; más atrás,
cabalgaban los otros cinco Hombres de Piedra; y a la retaguardia, marchaba la tropa de
infantería compuesta por los siete soldados catalanes, cuya fidelidad por sus amos españoles
los impulsaba a seguirlos hasta la muerte; los dogos españoles, de proverbial fiereza,
presidían el paso de toda la columna explorando el camino cincuenta metros adelante.
América en tiempos de Carlos V
Siete días transitaron por aquella escarpa, que ahora descendía en franco declive hacia
un pequeño valle situado, no obstante, entre altas montañas. Sin saberlo, se estaban
acercando a una fortaleza septentrional del imperio incaico, que servía de Marca fronteriza con
el imperio muisca: una guarnición de dos mil indios, de uno u otro imperio, se relevaban cada
seis meses para ocupar aquel bastión. Al doblar un recodo, los Señores de Tharsis divisaron
las murallas y el caserío de piedra, mientras se acercaban hacia allí a través de una serie de
terrazas escalonadas, dispuestas inteligentemente para tal fin. Un silencio sepulcral reinaba en
el lugar y no se veía movimiento alguno; la puerta carecía de resguardo y afianzaba la
impresión de estar frente a una ciudadela despoblada y abandonada. Sin embargo, no bien
hubieron traspuesto la muralla, el silencio se hundió bajo un ensordecedor concierto de
atroces alaridos y una lluvia de flechas comenzó a caer sobre los intrusos. Cubriendo a
Violante, y seguidos por los infantes, los cinco Señores de Tharsis cargaron con la caballería
sobre la masa de indios que penetraba a chorros por las puertas de la fortaleza; empero,
aunque las hojas sevillanas causaban gran mortandad entre los aborígenes, su cantidad era
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