Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 287

¨El Misterio de Belicena Villca¨ Espada Sabia de la Caverna Secreta, y posiblemente fuera llevada a cabo por Bera y Birsa en persona. La Fraternidad Blanca, aseguraban los Dioses Liberadores, había concedido fundamental importancia al “descubrimiento” de América para sus futuros planes sinárquicos y no estaba dispuesta a arriesgarlos nuevamente; cuando la Espada Sabia saliese a la Luz del Sol, Yod, el Ojo de Jehová Satanás Que Todo lo Ve, observaría en el acto a sus portadores y la Fraternidad Blanca sabría de inmediato que aún quedaban Señores de Tharsis con vida en este Mundo: la reacción de los Demonios sería previsible; Ellos, que habían propiciado el “descubrimiento”, cultural, de América por medio de sus agentes, el judío Cristóbal Colón y cientos de judíos marranos al servicio de los Golen, harían todo lo posible para detenerlos y robar la Piedra de Venus; el Circulus Domini Canis, por el excesivo celo puesto en reprimir la acción judaica y Golen, en España y Europa, se dejó sobrepasar estratégicamente y descuidó la cuestión del Nuevo Mundo: ahora ocurría que la Orden de Predicadores estaba infiltrada por cientos de domínicos marranos que sólo ambicionaban dirigirse a América en compañía de miles de sus hermanos de Raza, a quienes se permitía abandonar las cárceles y sus lóbregos guetos para participar de la “conquista”. Ante esta realidad, el juicio de los Dioses sugería obrar con extrema cautela en todas las etapas de la operación. ¿Cómo irían a América? Los Dioses lo habían previsto, pronto lo comprobarían. Lito de Tharsis y uno de los Noyos, de nombre Roque, se reunieron en Turdes con Ricardo de Tharsis y los restantes Hombres de Piedra de la familia de Valentina. Todos estuvieron de acuerdo en que se había cumplido la profecía del Señor de Venus y que el ansiado momento de partir se hallaba próximo: a Lito de Tharsis le correspondería el Alto Honor de transportar la Espada Sabia al sitio dispuesto por los Dioses. Pero no todos podrían partir; Ricardo de Tharsis estaba viejo para emprender semejante viaje, y en situación análoga se encontraban otros dos Caballeros y dos Damas; una Dama más joven, sin embargo, podría acompañarlos pero sólo hasta algún poblado, porque sería difícil que se le permitiese integrar una expedición militar. Y aparte de los tres Noyos, también estaban en condiciones de ir dos frailes domínicos, que oficiaban de inquisidores junto a Ricardo de Tharsis. Si todo salía bien, los viajeros mandarían a buscar a los que se quedaban; en caso contrario, éstos se unirían a la Estrategia de la rama alemana de la familia. El problema del viaje, como dije, se resolvió fácilmente gracias a la providencia de los D i o s e s , pues un joven explorador alemán, al servicio de la Casa Welser, era un pariente lejano de los Señores de Tharsis. Nicolaus de Federmann, en efecto, ostentaba el linaje de los Señores de Tharsis austríacos por la línea materna y estaba entonces en América. El Rey Carlos I, y Emperador Carlos V de Alemania, contrajo una deuda de 150.000 ducados con la Casa Welser de Augsburgo firmando, como una suerte de garantía real, una capitulación en Burgos por la que se autorizaba a dicha Banca a establecerse y explotar una región de América. Tal región era la comprendida por el actual territorio de Venezuela, desde el Cabo de la Vela hasta Maracapana, y la Compañía se imponía la obligación de fundar dos ciudades y tres fortalezas, en las que podría nombrar un Gobernador o Adelantado con la anuencia real. En el año 1527 Juan Ampúes fundó allí la ciudad de la Vela de Santa Ana de Coro, donde se instaló en 1528 Ambrosius de Alfinger, el primer Gobernador nombrado por los Welser, quien llevó como lugarteniente a Nicolaus Federmann. En 1530, luego de aquella reunión de Lito de Tharsis con los Hombres de Piedra para decidir el viaje a América, descubren por medio de noticias provenientes de la rama vrunaldina la existencia de aquel pariente, y se ponen en contacto con él a través de la lenta correspondencia que los domínicos mantenían con los frailes misioneros. Se procuraba, en todo caso, no arriesgar información de ese modo y por eso las misivas sólo se referían a la necesidad de sostener una entrevista personal con el explorador “por motivos vitales que entonces se aclararían”. Algo difícil de concretar en esos días debido a que Federmann concurría en peligrosísima exploración al corazón de la selva venezolana en busca del oro de los indios. De todos modos, los Señores de Tharsis se trasladaron al puerto de Sevilla y comenzaron a preparar su propia expedición, descontando la ayuda de Federmann. En este caso la suerte sonrió a los Señores de Tarsis en 1532, aunque no así a Ambrosius de Alfinger, al que una flecha con curare envió a mejor vida. Porque fue la muerte del Gobernador lo que trajo a Nicolaus de Federmann a Europa, con el propósito de reclamar para sí aquel puesto que justamente había ganado. Los Welser, sin embargo, otorgaron el cargo a Georg de Spira, un 287