Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 286
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Piedra que además de depositar la Semilla del Niño de Piedra en su Corazón, la Virgen le
había revelado una Estrella Interior, un Astro verde al que podría arribar siempre que
quisiera: tomando por un íntimo camino espiritual y situando su Yo en aquella Estrella, la
antigua Ciencia Lítica de los Atlantes Blancos no tenía Secretos para él. Era, decía, como
ascender a la cima de una montaña y contemplar un vasto paisaje contextual que descubría el
significado estratégico de las construcciones megalíticas. Y junto con la Sabiduría perdida, en
el Astro interior, había reencontrado a su Amada del Origen, quien le aguardaba desde su
Extravío y Caída, más allá del Infierno y del Paraíso, para regresar con él a la Patria del
Espíritu Increado.
Indudablemente, Lito de Tharsis poseía entonces el segundo grado de la Iniciación
Hiperbórea, vale decir, era un Pontífice Hiperbóreo, un Constructor de Piedra capaz de tender
un puente entre lo Creado y lo Increado. En la Casa de Tharsis comenzó a fundarse la
sospecha de que estaban en presencia del Iniciado anunciado por el Capitán Kiev, aquél que
vería la Señal Lítica de K'Taagar en la Piedra de Venus. Esa presunción comenzó a afirmarse
cuando Lito manifestó su vocación por el Noyvrayado y decidió tomar la Guardia de la Espada
Sabia: en 1525, sin dificultad alguna, ingresó en la Caverna Secreta y permaneció allí por el
término de cinco años, en Compañía de dos Noyos que custodiaban la Espada desde varios
años antes.
Las facultades iniciáticas del Noyo Lito se fueron desarrollando intensamente durante los
años que duró su retiro, proceso que se aceleró aún más cuando la imagen comenzó a surgir
de la Piedra, es decir, hacia el cuarto año de Guardia. Inicialmente borrosa, meses después la
estampa de una escena megalítica aparecía sobre la Piedra de Venus, a punto tal que los
otros Noyos también la percibían, aunque sin detalles. Al Noyo Lito, en cambio, luego de ser
clara con sólo posar la vista sobre la Piedra de Venus, la imagen le comunicó también en
varias ocasiones unas palabras que todo su poder filológico no conseguía interpretar, a pesar
de que era evidente la presencia de numerosas raíces indoeuropeas. Las palabras eran:
– ¡Apachicoj Atumuruna!
– ¡Apachicoj Atumuruna!
– ¡Purihuaca Voltan guanancha unanchan huañuy! ¡Pucara Tharsy!
Y he aquí lo que representaba la imagen. Como fondo, se apreciaba una cadena de
montañas o sierras carentes de vegetación; de ellas, dos se destacaban porque sus laderas
formaban una profunda abra en medio de la figura, de donde se veía surgir un hilo de agua
que regaba un igualmente árido valle. Pero estos elementos constituían el fondo; lo que
realmente dominaba la escena era una loma de suave declive, sobre cuya aplanada cumbre
se erigía un enorme meñir color negro, rodeado por un círculo de ocho meñires de menor
tamaño. Y eso era todo, salvo los detalles menores: el cielo celeste, sólo empañado por
algunas níveas nubes, y el suelo donde se asentaban los meñires, compuesto por una tierra
marrón rojiza de la que brotaban ralos algunos pastos bajos y espinosos.
El misterio de aquella inmutable visión se fue aclarando con el correr del tiempo y hacia
fines de 1529 Lito de Tharsis ya se había formado una idea general de su significado; sueños
y mensajes telepáticos le aportaron la información complementaria que necesitaba. Según su
convicción, la Piedra de Venus estaba revelando aquel lugar situado “en un país lejano y
desconocido” que mencionara el Capitán Kiev; un país que existía “más allá del Mar
Occidental”, agregaban ahora los Mensajes de los Dioses, y que no podía quedar más que en
la recientemente descubierta América. Los meñires habían sido puestos por los Atlantes
blancos mediante una técnica especial que tornaba el área invulnerable frente a los posibles
ataques de los agentes de la Fraternidad Blanca: en aquella plaza liberada, como en la
Caverna Secreta, los Hombres de Piedra podrían resistir indefinidamente la presión de las
Potencias de la Materia. Justamente, la siguiente tarea de Lito de Tharsis, y los Hombres de
Piedra valentininos, sería la de hallar ese rastro y refugiarse junto a sus meñires hasta los días
de la Batalla Final, única manera de sobrevivir para entonces, puesto que los Demonios los
buscarían por todo el Mundo con ahínco creciente a medida que tales días se aproximaran.
De acuerdo a lo que advertían los Dioses en sus Mensajes, el peligro no sería
despreciable pues la persecución se iniciaría en el mismo momento en que extrajesen la
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