Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 274

¨El Misterio de Belicena Villca¨ Enlil. La segunda poseía dos altares y dos enormes columnas de basalto a su entrada. La tercera ostentaba un suntuoso altar con un ataúd y, grabados en paredes y techos, los símbolos más obscenos y malditos que nadie podía concebir sin perder la razón. Y en todas las salas había ricas alfombras y tapices cubriendo pisos y paredes; y sahumerios aromáticos que impregnaban el espacio, suavemente iluminado por varias lámparas de aceite. Las tres salas, tan curiosamente decoradas, constituían sin duda un espectáculo inusitado para aquellos hombres aguerridos que minutos antes se encontraban en una humilde ciudad del desierto. Sin embargo, estos extraños ambientes no pudieron ser debidamente apreciados por los Kassitas pues la lucha comenzó tan pronto ingresaron en la primera sala. Allí un grupo de los “Guardianes del Umbral”, Hiwa Anakim, semejantes a los que Nimrod decapitara momentos antes, les cerraban el paso. A pesar de poseer aspecto fiero, y de ser bastante grandes en tamaño, esos engendros de la magia negra no son muy efectivos para la lucha. Han nacido de la cópula entre los Dioses Traidores y las hembras del animal hombre en la ceremonia del Sabbat, que es antiquísima, de la Época en que dichas prácticas destruyeron a la Atlántida. Muchos millares de tales seres demoníacos viven en Chang Shambalá (o Kampala o Dejung, etc.), son totalmente imbéciles y sirven en los “Ejércitos” de la Gran Fraternidad Blanca. Empero, hay personas más imbéciles que los Hiwa Anakim:, son quienes al verlos los toman por “Ángeles” o “extraterrestres”. Los Guardianes rodeaban a un anciano calvo, semidesnudo, de raza amarilla, que parecía un habitante de las lejanas montañas Kuen Luen. Tenía en sus manos un Dordje o Cetro de Poder, esto es, un transductor poderosísimo que permite operar a modo de “llave” o “gatillo” en toda la gran maquinaria resonante que es el Universo material. El Cetro, una vara con cabeza esférica de piedra, emitió un rayo bermejo que golpeó secamente el pecho del General Ninurta arrojándolo fulminado en el piso. Pero el Enemigo no tuvo tiempo de alegrarse de este golpe pues una certera flecha atravesó el corazón del Demonio amarillo provocando, tan extraordinaria respuesta, gran confusión entre los Hiwa Anakim. Ahora el choque se hizo inevitable; mientras unos Demonios arrastraban el cadáver del viejo hasta el “Aula del Aprendizaje”, otros se dirigían, espada en mano, hacia los guerreros Kassitas. Una lluvia de flechas mágicas cayó sobre ellos, pero en ambiente tan reducido pronto la distancia se acortó y hubo que pelear cuerpo a cuerpo. Ya habían caído varios Demonios acribillados y algunos más no tardaron en seguirlos por el efecto de las espadas Kassitas. Nimrod abrió un claro entre los atacantes y, seguido de su escuadra, pasó a la siguiente sala. Allí la lucha se hizo encarnizada y se vio que el número de Demonios era elevado. Pero Nimrod estaba enfervorizado. Había distinguido, a través de la segunda sala, a un personaje resplandeciente, que dirigía el ataque. Se asomaba por momentos al Templo de la Sapiencia desde una puerta que parecía dar a un amplio patio, pero luego de gritar órdenes se apartaba para dar paso a otros torpes Hiwa Anakim. Era un Nefilim, uno de los “Dioses Traidores”, pero Nimrod, impresionado por su aspecto Divino y sus grandes alas blancas, le tomó por el mismo Enlil. Apuntó cuidadosamente y disparó cuando la imagen del Nefilim se dibujó en la puerta. La flecha trazó una suave curva en el espacio y fue a dar directamente al pecho del Demonio, rebotando como si hubiese pegado contra una roca. –¡Perro Nimrod! –gritó el Nefilim con el rostro desfigurado por el odio–. ¿Así respondes a nuestra oferta? Ahora morirás, tú y todos los tuyos. Serán pasto de nuestros Hiwa Anakim que, por cierto, tienen buen apetito. Dicho esto se apartó de la puerta, mientras un tropel de Demonios irrumpían hacia Nimrod mientras éste observaba horrorizado cómo muchos Hiwa Anakim se entregaban a devorar ferozmente a los guerreros caídos. Esta visión arrancó un grito de espanto al Rey Kassita y mientras su espada mantenía a raya a los atacantes, observaba que las bajas eran terribles entre su Elite de arqueros. Ese fue el momento en que dio la orden de buscar refuerzos. Unos momentos después miles de guerreros irrumpían en los malditos Templos de la iniciación sinárquica. Pronto los Hiwa Anakim fueron sobrepasados y Nimrod tuvo tiempo de reunir a sus arqueros sobrevivientes. Quedaban menos de la mitad pero los refuerzos llegados eran impresionantes, al extremo que amenazaban saturar los tres Templos que ya habían sido tomados. Había que intentar una salida hacia el patio exterior. Nimrod espió por la puerta en 274