Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 244
¨El Misterio de Belicena Villca¨
de una especie de “concentración genética” producida en los sobrevivientes luego del cuasi
exterminio de la Estirpe; o fuere por otra causa desconocida, lo cierto era que los caracteres
hereditarios familiares se habían diferenciado notablemente a partir de las dos ramas
matrilineales fundadas por Vrunalda y Valentina. Entre los descendientes de ambas Damas
advinieron Hombres de Piedra, pero sólo los hijos y nietos de Valentina demostraron vocación
por el noyvrayado; los Hombres de Piedra que se originaban de la sangre de Vrunalda, por el
contrario, detestaban montar guardia frente a la Espada Sabia y sólo tenían una meta: atacar
al Enemigo cuanto antes. Mientras los valentininos aparecían dotados para interpretar los
Grandes Planes de los Dioses Liberadores, y contribuir a su ejecución ordenada, los
vrunaldinos pretendían pasar de inmediato a la acción; en el marco de la Guerra Esencial,
podía asegurarse que los primeros eran estrategos puros, los segundos, tácticos perfectos.
Todos los Hombres de Piedra, sin excepción, continuaban revistando en el Circulus
Domini Canis. Sin embargo, durante el Reinado de Felipe IV, los valentininos se habían
dedicado a proyectar la Estrategia de la Nación Mística y asesoraban al Rey en secreto sobre
el modo de luchar contra los Golen, en tanto que los vrunaldinos se contaban entre los
Caballeros más valientes y audaces que debieron enfrentar los ingleses y flamencos, y entre
los inquisidores más terribles que soportaron los Templarios; además los vrunaldinos, por ser
españoles, participaron en numerosos episodios de la Reconquista y de la represión al
judaísmo y a la religión de los infieles. Alrededor de 1310, cuando ya se avizoraba el triunfo de
la Estrategia del Pacto de Sangre, uno de los valentininos se apersonó en el Cerro Candelaria
y localizó la Caverna Secreta. Luego de sepultar a la Vraya, cuyo cadáver aún permanecía
sentado frente a la Espada Sabia, y restituir la Flama de la Lámpara Perenne, tomó el puesto
de Noyo y restableció la guardia milenaria: los vrunaldinos lo abastecerían desde la fortaleza
catalana que entonces existía en lugar de la Capilla, al pie del Cerro.
Aquel Noyo era un Hombre de Piedra relativamente joven pero muy sabio; permaneció en
la Caverna los cinco años siguientes, durante los cuales se completó la destrucción de la
Orden del Temple y el poder Golen se derrumbó en Francia. Entre los miembros de la Casa de
Tharsis, como es natural, la derrota de los Golen había causado un clima de general regocijo;
pero nadie esperaba que ocurriera algo nuevo, algo referente a la Caverna Secreta, a la
Espada Sabia, a la misión familiar, al Pacto de Sangre. Sin embargo, los primeros días de
junio de 1315 todos recibieron idéntico mensaje cifrado: se trataba de una citación del Noyo
para concurrir a una reunión familiar extraordinaria a realizarse el día 21 en San Félix de
Caramán. Ese día, en el Castillo de Valentina, los Señores de Tharsis celebraron por primera
vez en cuarenta años un Consejo de Familia.
La reunión estaba programada para la hora 21, pero a las 19 ya se encontraban casi todos
en la sala principal del Castillo: sólo faltaba el Noyo quien, según la Castellana, al llegar se
había encerrado en una torre, sin descender en todo el día. Muchos no se conocían, y las
presentaciones y saludos crearon un clima festivo. Mientras tomaban una cena fría y ligera no
cesaban de transmitirse noticias y comentar los últimos acontecimientos de Francia: los
nombres de Pierre Flotte, de Guillermo de Nogaret, de Guillermo Plasian, de Clemente V, y de
otros Señores del Perro, se pronunciaban con mucho respeto y admiración; pero el de Felipe
el Hermoso se hallaba en la cima de la veneración general. Y no era para menos: el Gran Rey,
mediante la sanción de más de 350 leyes de origen Domini Canis, había transformado a
Francia en la primera Nación de Occidente. Y también, y principalmente, había destruido en
gran medida la infraestructura Golen, además de eliminar a la plana mayor templaria y obligar
a huir al resto. Por eso, aquellos que eran virtuales sobrevivientes de la Lejía, reían gozosos
de recordar las hogueras templarias.
En el momento que levantaban sus copas en dirección al escudo de armas de la Casa de
Tharsis, que dominaba la sala desde la pared superior del hogar, hizo su ingreso el Noyo,
quien se unió al brindis.
–¡Honor et Mortis! –gritó con voz de trueno.
–¡Ad Inimicus! –respondieron con vehemencia los presentes.
El belicoso grupo se componía de dieciocho Señores de Tharsis, diez Caballeros y ocho
Damas, todos Hombres de Piedra. De ellos, doce eran vrunaldinos y seis valentininos. Los
diecisiete quedaron en silencio, mirando expectantes al recién llegado. El Noyo comenzó a
hablar de inmediato:
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