Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 226
¨El Misterio de Belicena Villca¨
hebreo y Caín, el labrador, a la figura del hombre de linaje hiperbóreo. Cuenta la leyenda que
a Jehová Satanás le resultaron agradables las ofrendas de sangre de Abel el pastor,
consistentes en el sacrificio de los corderos primogénitos “con su grasa”, y en cambio
despreció los “frutos de la tierra” que exhibía Caín. Tal actitud por parte del Dios de la Materia
constituyó una revelación para Caín: el descubrimiento de las verdaderas intenciones del
Creador y la esencia materialista y servil de los pastores. Entonces Caín decidió matar a Abel,
el Alma creada, lo que motivó a Jehová para denunciar que era portador de una marca que
delataba su condición de asesino. Dicho signo sería reconocido en todas las Épocas, por
aquellos que fuesen “como Abel”, en quienes demostrasen ser “como Caín”.
Aquel especial criterio afectivo de Jehová Satanás se ha perpetuado a través de los siglos
en el odio que los hebreos sienten hacia los linajes hiperbóreos, odio que, no se olvide,
proviene del Demiurgo puesto que “Israel es Jehová”. A los hombres mentecatos, es decir,
a quienes se les ha lavado el cerebro para posteriormente convertirlos en fanáticos creyentes
de la Biblia, siempre les resulta difícil justificar la predilección de Jehová “Dios” por el sacrificio
sangriento de Abel y el desprecio de la producción agrícola de Caín. Empero, todo se aclara si
se lee bajo el lenguaje cabalístico, cifrado, del Génesis, una interpretación antiquísima del
Holocausto de Fuego. En efecto, “el holocausto del cordero primogénito con su grasa”
[Génesis 4,4], representa al Holocausto de la Muerte Final de la Humanidad y su
transformación en la lejía que “lavará la Señal Abominable que está grabada en la Piedra
Caliente”: la oblación de Abel sería luego quemada, tal como hacen hasta hoy los hebreos con
los cuerpos de los animales sacrificados, y “la grasa”, mezclada con la ceniza, formaría el
jabón, la lejía, que lavaría la mancha simbólica del “pecado de Caín”; tal “pecado” es,
naturalmente, ser “agricultor”, sembrador de cereales, adorador de la Diosa Ama, o Ceres, o
Deméter, o la Virgen de Agartha, la madre de Navután, es decir, quien entregó la semilla del
trigo a los hombres, la Semilla del Niño de Piedra. La “marca de Caín” es, entonces, la Señal
en la Piedra Caliente, el Símbolo del Origen que causa el encadenamiento del Espíritu eterno
a la Materia; por eso Caín, al portar dicha marca, no podrá morir jamás: será “inmortal”, como
lo son todos los hombres que poseen Espíritu, aunque lo ignoren por estar “dormidos”.
Robert Graves, y el Rabino Raphael Patai, en el libro “Los Mitos Hebreos”, han extraído y
sintetizado el Mito de Caín de numerosos midrash talmúdicos. He aquí una de las versiones
oficiales hebreas, que demuestran el carácter espiritual luciférico de Caín y la naturaleza
“creada” de Abel: “Caín respondió a la reprensión de Dios con un grito que todavía repiten los
blasfemos: –¡No hay Ley ni Juez!–. Cuando poco después encontró a Abel en un campo le
dijo: –No hay Mundo futuro, ni recompensa para los justos, ni castigo para los malhechores.
Este Mundo no fue creado con misericordia, ni es gobernado con compasión. ¿Por qué otra
causa ha sido aceptada tu ofrenda y rechazada la mía? Abel respondió sencillamente: –La mía
fue aceptada porque amo a Jehová Dios; la tuya fue rechazada porque le odias–. Entonces
Caín decidió golpear y matar a Abel”.
Es interesante profundizar más sobre la figura de Caín. Según la Biblia fue, además de
agricultor, el primero que construyó ciudades amuralladas y el inventor de los pesos y
medidas. Su descendiente Tubal-Caín (desdoblamiento mítico del mismo Caín) fue fabricante
de armas y de instrumentos musicales.
Si se observa ahora esta figura de Caín, a la luz de la Sabiduría Hiperbórea, se
comprobará que posee muchos de los atributos característicos de los linajes hiperbóreos. Ante
todo la asociación de la Agricultura con la construcción de ciudades amuralladas es una
antiquísima fórmula estratégica hiperbórea que emplearon recientemente, por ejemplo, los
etruscos y los romanos, y que ha sido expresada con perfección por el rey germano Enrique I,
el Pajarero. Por otra parte el invento de los pesos y medidas, que los hebreos atribuyen a
Caín, los griegos a Hermes y los romanos a Mercurio, permite identificar a Caín con esos dos
Dioses hiperbóreos. Y por último: la acusación de asesino y la condición de fabricante de
armas, revela claramente que la figura de Caín representa a unos guerreros temibles, a los
Hombres de Piedra: a delatar o señalar esa calidad apunta claramente la denuncia de la
famosa marca.
En la Biblia, el libro sagrado del “Pueblo Elegido”, en el mito de Abel y Caín, se encuentran
perfectamente reveladas las reglas de juego. En la “preferencia” de Jehová Satanás por los
pastores hebreos, representados por Abel, y en el desprecio y castigo de los linajes
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