Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 211
¨El Misterio de Belicena Villca¨
donde sería censurado y mutilado, torna completamente inútil a esta posibilidad. Además, por
tal vía legal (previa autorización), se impondría la condición de que el mensaje fuese escrito
en un lenguaje claro y accesible al Enemigo, quien luego censuraría parte de su contenido y
traspondría los términos para evitar un posible segundo mensaje cifrado. Y no nos olvidemos
que el secreto de la salida oculta tanto interesa que lo conozca el prisionero, como que lo
ignore el Enemigo. Y lo primero: ¿qué decir en un mero mensaje para lograr que el prisionero
despierte, se oriente, comprenda que debe escapar? Por mucho que lo pensemos se hará
evidente al final que el mensaje debe ser clandestino y que el mismo no puede ser escrito.
Tampoco puede ser óptico debido a que el pequeño ventanuco de su celda permite observar
solamente uno de los patios interiores, hasta donde no suelen llegar señales desde el exterior
de la prisión.
En las condiciones que he expuesto, no resulta evidente, sin duda, de qué manera pueden
sus Kameraden dar solución al problema y ayudar al prisionero a escapar. Tal vez se haga la
luz si se tiene presente que, pese a todas las precauciones tomadas por el Enemigo para
mantener al cautivo desconectado del mundo exterior, no lograron aislarlo acústicamente.
(Para ello hubiesen debido tenerlo, como a Kaspar Hauser, en una celda a prueba de
sonidos).
Mostraré ahora, como epílogo, el modo elegido por los Kameraden para brindar efectiva
ayuda; una ayuda tal que 1ro: despierte y 2do: revele el secreto, al prisionero, orientándolo
hacia la libertad.
Al decidirse por una vía acústica para hacer llegar el mensaje los Kameraden
comprendieron que contaban con una gran ventaja: el Enemigo ignora la lengua original del
prisionero. Es posible entonces transmitir el mensaje simplemente, sin doble sentido,
aprovechando que el mismo no será comprendido por el Enemigo. Con esta convicción los
Kameraden hicieron lo siguiente: varios de ellos treparon a una montaña cercana y, munidos
de una enorme caracola, la cual permite amplificar muchísimo el sonido de la voz, comenzaron
a emitir el mensaje. Lo hicieron ininterrumpidamente, durante años, pues se habían
juramentado a no abandonar el intento mientras el prisionero no estuviese nuevamente libre. Y
el mensaje descendió de la montaña, cruzó los campos y los ríos, atravesó las murallas e
invadió hasta el último rincón de la prisión. Los enemigos al principio se sorprendieron, pero,
como ese lenguaje para ellos no significaba nada, tomaron el musical sonido por el canto de
algún ave fabulosa y lejana, y al final acabaron por acostumbrarse a él y le olvidaron. Pero,
¿qué decía el mensaje?
Constaba de dos partes. Primero los Kameraden cantaban una canción infantil. Era una
canción que el prisionero había oído muchas veces durante su niñez, allá, en la patria
dorada, cuando estaban aún lejanos los días negros de la guerra y el cautiverio perpetuo sólo
podía ser una pesadilla imposible de soñar. ¡Oh, qué dulces recuerdos evocaba aquella
melodía! ¿qué Espíritu, por más dormido que estuviese, no despertaría, sintiéndose
eternamente joven, al oír nuevamente las canciones primordiales, aquellas que escuchara
embelesado en los días felices de la infancia, y que, sin saber cómo, se transformaron en un
sueño antiguo y misterioso? Sí; el prisionero, por muy dormido que estuviese su Espíritu, por
más que el olvido hubiese cerrado sus sentidos, ¡acabaría por despertar y recordar! Sentiría la
nostalgia de la patria lejana, comprobaría su situación humillante, y comprendería que sólo
quien cuente con un valor infinito, con una intrepidez sin límites, podría realizar la hazaña de la
fuga.
Si tal fuera el sentir del prisionero, entonces la segunda parte del mensaje le dará
para hallar la salida secreta.
Observe que he dicho la clave y no la salida secreta. Porque sucede que mediante la
clave el prisionero deberá buscar la salida secreta, tarea que no ha de ser tan difícil
considerando las reducidas dimensiones de la celda. Pero, luego que la encuentre, habrá de
completar su hazaña descendiendo hasta profundidades increíbles, atravesando corredores
sumidos en tinieblas impenetrables y subiendo, finalmente, a cumbres remotas: tal el
complicado trayecto de la enigmática salida secreta. Sin embargo ya está salvado, en el
mismo momento que inicia el regreso, y nada ni nadie logrará detenerlo.
Sólo nos falta, para completar el epílogo de la alegoría, decir una palabra sobre la
segunda parte del mensaje acústico, esa que tenía la clave del secreto. Era también una
211