Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 209
¨El Misterio de Belicena Villca¨
efecto es buscado por el Enemigo, lo he dicho. Se verá luego cuál es el modo de evitarlo que
enseña la Sabiduría Hiperbórea.
Al mencionar, anteriormente, el principio hermético dije que todas las leyes del
macrocosmos se reflejan en leyes equivalentes del microcosmos. Pero “las leyes de la
naturaleza” del macrocosmos no son sino representaciones de un modelo matemático
originado en la mente humana, es decir, en el microcosmos, según he analizado. En el
proceso que da lugar a la “idea científica” de un fenómeno concurren elementos de dos
fuentes principales: los “principios matemáticos” y las “premisas culturales preeminentes”. Los
“principios matemáticos” son arquetípicos, provienen de estructuras psicológicas hereditarias:
cuando “aprendemos matemática”, por ejemplo, sólo actualizamos conscientemente un
número finito de sistemas formales que pertenecen al ámbito de la Cultura, pero los “principios
matemáticos” no son en verdad “aprendidos” sino “descubiertos” pues constituyen matrices
básicas de la estructura del cerebro. Las “premisas culturales preeminentes” surgen de la
totalidad de los elementos culturales, aprendidos a lo largo de la vida, que obran como
contenido de los sistemas de la estructura cultural y a los cuales acude el sujeto cultural para
formular los juicios.
La distinción que he hecho entre “principios matemáticos” y “premisas culturales
preeminentes”, como dos fuentes principales que intervienen en el acto mental de formular una
“ley de la naturaleza”, va a permitir exponer una de las tácticas más efectivas que emplea el
Creador para mantener a los hombres en la confusión y el modo cómo los Dioses Leales la
contrarrestan, induciendo carismáticamente a estos a descubrir y aplicar la “ley del cerco”. Por
eso he insistido tanto en el análisis: porque nos hallamos ante uno de los principios más
importantes de la Sabiduría Hiperbórea y, también, uno de los secretos mejor guardados por el
Enemigo.
Cuando se conoce el principio que dice “para la Sinarquía, la Cultura es un arma
estratégica” suele pensarse que el mismo se refiere a la “Cultura” como algo “externo”, propio
de la conducta del hombre en la sociedad y de la influencia que ésta ejerce sobre él. Este error
proviene de una incorrecta comprensión de la Sinarquía, a la cual se supone sea una mera
“organización política”, y del papel que ella juega en el Plan del Demiurgo terrestre Jehová
Satanás. La verdad es que el hombre procura orientarse hacia el Origen y no lo consigue por
el estado de confusión en que se halla; a mantenerlo en ese estado contribuye la Cultura como
arma estratégica enemiga; pero si este ataque proviniera solamente de lo exterior, es decir, de
la sociedad, bastaría con alejarse de ella, con hacerse ermitaño, para neutralizar sus efectos.
Sin embargo está suficientemente comprobado que la soledad no basta para evitar la
confusión y que, por el contrario, ésta suele aumentar en el retiro más hermético, siendo muy
probable que por ese camino se pierda la razón mucho antes de encontrar el Origen. Son los
elementos culturales interiores los que confunden, desvían, y acompañan al hombre en todo
momento. Es por eso que el Yo despierto debe liberarse previamente del obstáculo que
imponen los elementos culturales si pretende salvar la distancia que lo separa del Origen.
Un Yo despojado de toda moral, de todo dogma, indiferente a los engaños del mundo pero
abierto a la memoria de sangre, podrá marchar gallardamente hacia el Origen y no habrá
fuerza en el universo capaz de detenerlo.
Es una bella imagen la del hombre que avanza intrépidamente, envuelto en el furor
guerrero, sin que los Demonios consigan detenerlo. Siempre la presentaremos; pero, se
preguntará: ¿cómo es posible adquirir tal grado de pureza? Porque el estado normal del
hombre, en esta etapa del Kaly Yuga, es la confusión. Explicaré ahora, en respuesta a tan
sensata pregunta, la táctica de los Dioses Leales para orientar a los hombres espirituales y
neutralizar el efecto de la Cultura sinárquica.
En el hombre dormido el Yo se halla sujeto a la razón. Ella es el timón que guía el rumbo
de sus pensamientos del que por nada del mundo se apartaría; fuera de la razón están el
miedo y la locura. Pero la razón opera a partir de elementos culturales; ya se vio de qué
manera las “premisas culturales preeminentes” participan en la formulación de una “ley de la
naturaleza”. De modo que el yugo que el Enemigo ha ceñido en torno al Yo es formidable. Se
podría decir, en sentido figurado, que el Yo se encuentra prisionero de la razón y sus aliados,
las premisas culturales; y todos comprenderían el sentido de esta figura. Ello se debe a que
existe una clara correspondencia analógica entre el Yo, en el hombre dormido, y el concepto
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