Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 200
¨El Misterio de Belicena Villca¨
ordena rendirse a todos los Caballeros, y él mismo confía en la intervención papal. Además,
según creían los Golen, aún poseían bastante peso dentro de la Orden de Predicadores
domínicos.
Felipe el Hermoso no pierde el tiempo: sin resistencia, sus tropas ocupan todas las
propiedades templarias. El terror cunde en la Orden enemiga; cientos de Caballeros y monjes
son encarcelados. Por este firme procedimiento nadie duda de la seriedad de la acusación y
pronto se consigue reunir suficientes testigos y pruebas como para asegurar su liquidación.
Además de la Inquisición, Felipe el Hermoso convoca a los Concilios provinciales, a la
Universidad de París y a los Estados Generales para juzgar a la Orden. De ese modo, al ir
emergiendo de las tinieblas de su fundamento diabólico, todo el pueblo de Francia asistiría a la
exhibición de la filosofía secreta templaria y conocería sus costumbres depravadas. Es lo que
ocurre durante los tres años de público proceso, cuando el asombro, la repugnancia, y el
horror de los franceses no conocen límites. Pero lo más asombroso quizá sea que durante ese
lapso los Templarios continuasen creyendo que un acto salvador de parte del Papa los libraría
de la condena.
En el proceso se consigue probar que los Templarios profesaban las siguientes ideas y
costumbres: I- los altos dignatarios de la Orden sostenían que Cristo, al que misteriosamente
denominaban Navután, había sido un impostor y no el Dios verdadero; II- Cristo nunca fue
crucificado para la redención del género humano; III- la cruz no sería, así, el instrumento de su
pasión, sino una creación del propio Cristo Navután, a la que habría llamado Vruna; IV- todos
los Caballeros, cualquiera fuese su grado o condición, debían escupir periódicamente aquel
Símbolo del Mal, a fin de desagraviar al Dios Creador: por lo tanto, se probó que al menos una
vez, todos los Templarios habían escupido el crucifijo; V- en consecuencia, renegaban de la
Virgen Santa; VI- oficiaban la misa según un canon propio y en una lengua extraña, que
después se comprobó era el hebreo; VII- adoraban un ídolo hermafrodita de espantosas
facciones al que se referían bajo el apodo de Bafomet o Bafoel pero cuyo nombre, que jamás
pronunciaban sin palidecer, era Bera; VIII- pretendían que aquel ídolo representaba a un Dios
más poderoso que Cristo, quien, a diferencia del Mesías, se manifestaba con mayor frecuencia
entre los hombres; IX- afirmaban que ese abominable Demonio les impuso, desde los días de
San Bernardo, la obligación de practicar la sodomía, vicio al que se habían habituado y
constituía una costumbre natural entre los superiores de la Orden; X- el Gran Maestre, y los
Grandes Priores o Preceptores, realizaban una ceremonia secreta en la que ofrendaban
sacrificios humanos a Bafomet, en especial niños; XI- el Ritual exigía la incineración de la
víctima en un horno dispuesto para tal fin; XII- con las cenizas calcinadas los Templarios
elaboraban una lejía humana, y la conservaban en secreto como el Bien más preciado; XIII-
creían firmemente que aquella lejía tenía el poder de lavar la unción de los sacramentos
cristianos: según confesaban, mediante dicha lejía habrían anulado los efectos del bautismo y
de la comunión, a los que consideraban “conjuros de la Cruz”, etc.
Desde un principio los Domini Canis decidieron distinguir entre “Templario” y “Golen”. En
la Edad Media era normal que en un juicio por herejía se absolviese a los acusados que
confesaban espontáneamente, se arrepentían, y aceptaban los sacramentos cristianos; en el
proceso a los Templarios tal posibilidad fue ofrecida reiteradamente y muchos se avinieron a
confesar lo que sabían. Sin embargo, los Domini Canis no estaban dispuestos a permitir que
los Golen pudiesen zafar de la trampa: para Ellos, que jamás habían perdonado, no habría
perdón; sólo a los “Templarios”, es decir, a los Caballeros no iniciados en el Culto a Bafomet,
se les brindaría la oportunidad de salvar la vida a cambio de su testimonio. Fue así que se
consiguió reunir una abrumadora cantidad de pruebas contra los Golen de la Orden aportadas
por sus propios miembros, herejes confesos y arrepentidos. Y entonces el proceso se tornó
irreversible, pues ni el Papa ni nadie podrían salvar a la Orden una vez que el pueblo y la
Iglesia tomaran conocimiento de sus herejías y aberraciones: la Estrategia de Felipe el
Hermoso y el Circulus Domini Canis había triunfado, ahora definitivamente, sobre los
planes de la Fraternidad Blanca; los Golen no sospecharon la comedia representada por
Clemente V hasta que fue demasiado tarde; la Orden del Temple, encargada de fundar la
Sinarquía Universal, sería destruida.
De ese modo, los Golen de la Orden del Temple fueron exterminados sin piedad,
recibiendo en carne propia la medicina que en tantas ocasiones administraron a los partidarios
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