Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 197
¨El Misterio de Belicena Villca¨
alimenticios, ofrecidos en las ciudades a precios de dumping o simplemente regalados en los
monasterios, tornaban inútil cualquier intento de planificación económica estatal o explotación
racional de los recursos nacionales; en consecuencia, los Señores Feudales, que sólo tenían
la tierra como fuente de ingresos, se empobrecían cada vez más a causa de la desvalorización
de los frutos del campo mientras aceptaban como una solución que los campesinos,
agobiados de impuestos y a quienes ya no podían alimentar, emigrasen a las ciudades. Por
supuesto que semejante tarea subversiva estaba acorde con la Estrategia Golen: ésta
requería la destrucción de la nobleza y el debilitamiento de la monarquía como paso previo a la
instauración del Gobierno Mundial teocrático, el cual sería aún una etapa anterior a la
Sinarquía del Pueblo Elegido. Ante la actitud gibelina de Felipe IV, la Orden del Temple no
había hecho más que intensificar una política que estaba en la entraña de su razón de existir.
Empero, según vemos, esa política iba a tener sorpresivo fin.
Cabe agregar que la economía antinacional de los Templarios se complementaba en su
capacidad destructiva con la ofensiva comercial lanzada sobre Francia por las ciudades
italianas. Pero esto tiene otra explicación. Cuando Felipe IV recibió el Reino, era casi una
aventura internarse en los caminos de Francia para practicar el comercio; el peligro radicaba
en que el trayecto, por lo general, atravesaba numerosos feudos cuyos Señores,
empobrecidos por las causas apuntadas, solían gravar con pesados y arbitrarios tributos a las
mercaderías en tránsito: eso en el mejor de los casos, pues la más de las veces algún Señor,
demasiado celoso de sus derechos, procedía a despojar a los mercaderes de la totalidad de
su carga. Más si esto no ocurría, el negocio era igualmente riesgoso debido a la acumulación
de gravámenes que se sumaban al final del camino. Demás está decir que los Señores
feudales, aparte de controlar los caminos, disponían de ejércitos propios con los que
guerreaban entre ellos e imponían en cada región su propia ley. Felipe IV, al constituir la
Nación Mística, se propuso solucionar este problema de entrada. En su nombre, Enguerrand
de Marigny dio la solución: el Rey no debería recurrir jamás, salvo en caso de Guerra exterior,
a las tropas de los Señores. Surgía así, de la Escuela de legistas seglares Domini Canis, el
concepto de la seguridad interior, definido prácticamente en base a la hipótesis del conflicto
interior. La solución de Marigny consistía en crear una especie de cuerpo de policía real, la
milicia del Rey, encargada de patrullar todos los caminos y hacer cumplir las leyes del Reino:
junto a ellos irían, luego, los recaudadores de impuestos. Las tropas reales, habitualmente
mercenarias, pronto hicieron entrar en razón a los Señores y en poco tiempo los caminos, no
sólo se habían tornado seguros para el comercio, sino que se cobraba un único impuesto en
cualquier región del Reino.
Fue esa situación de seguridad y orden lo que atrajo la codicia de los comerciantes
extranjeros. Las ciudades italianas, en particular, disponían de flotas que recorrían el mundo
adquiriendo los artículos más variados y exóticos, frente a los cuales no había posibilidad de
plantear competencia alguna. Las ciudades francesas se vieron así inundadas de productos
importados que contribuían día a día a destruir aún más la economía del Reino: mientras los
comerciantes y mercaderes extranjeros se enriquecían, a menudo vendiendo mercadería de
contrabando, el Reino debía afrontar el enorme gasto que representaba garantizar
militarmente aquella seguridad interior. Por eso la moneda se envilecía y surgía la inflación; y
los gremios de artesanos, incapaces de competir con los productos extranjeros, caían en la
miseria y arrastraban a la industria nacional en la peor depresión. Aparte del dumping
Templario, un riguroso análisis de los Domini Canis, demostró a Felipe IV quiénes eran los
culpables ocultos de aquella situación: los banqueros lombardos y los miembros del Pueblo
Elegido. Los banqueros lombardos financiaban a las compañías italianas que operaban en
Francia, cosa que también hacía la Banca Templaria. Y los miembros del Pueblo Elegido se
contaban entre los principales apoyos interiores de las compañías y capitales extranjeros:
muchos de ellos tenían lazos de parentesco con los banqueros judíos de Venecia o Milán, o
con los dueños de grandes compañías, mientras que otros traicionaban a la Nación francesa
por mero amor al lucro. Felipe IV sería inflexible con tales alimañas: a unos, sólo los expropió,
pues radicaban en otros países; pero a otros los expropió y expulsó del Reino, ya que
carecían de las virtudes éticas necesarias para merecer el derecho de residencia.
Regresando a los Templarios, espero que ahora, a la luz de su desmesurado patrimonio
territorial y productivo, se tenga una visión más realista sobre el por qué el Rey de Francia y
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