Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 186
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Corre el año 1300, pues, cuando Felipe el Hermoso completa los dos primeros pasos del
modo de vida estratégico desde la Función Regia: ha realizado el principio de la Ocupación
del territorio del Reino y ha aplicado el principio del Cerco; y los campos se preparan para la
explotación racional de la Agricultura y la Ganadería. La Estrategia Hiperbórea alcanza
entonces su más alto grado de desarrollo y casi no existe poder sobre la Tierra capaz de
oponerse al Rey de la Sangre y la Nación Mística. Ha sonado la hora del Estado carismático,
en el que Rey y pueblo son una sola Voz y una sola Voluntad. La detención del Obispo de
Pamiers, que desencadenará la última reacción de Bonifacio VIII, mostrará claramente la
existencia real del Estado carismático.
Bernard de Soisset, Obispo de Pamiers era en realidad un espía Golen. Se le había
encomendado la misión de investigar en el Languedoc la existencia de una Sociedad Secreta
a la que presuntamente pertenecerían los consejeros de Felipe el Hermoso. Luego de paciente
trabajo, llegó a una asombrosa conclusión: “efectivamente, existía una impía conspiración
contra la Iglesia Golen; en ella confluían los Cátaros, que reaparecían sorprendentemente
organizados, los Franciscanos Espirituales, recientemente excomulgados, y algunos miembros
de la Orden de Predicadores, especialmente españoles; las disputas entre inquisidores y
herejes eran a todas luces simuladas y se advertía fácilmente que atrás del complot estaba la
mano de Felipe el Hermoso, quien protegía personalmente a todos los imputados”. Antes de
ser descubierto por los Señores del Perro, y ser detenido y acusado de Alta Traición, el Obispo
de Pamiers alcanzó a enviar su informe a Bonifacio VIII quien exigió al Rey de Francia su
inmediata libertad. Ello no era posible sin correr el riesgo de que se conociesen más detalles
sobre los Domini Canis, de modo que se lo acusó formalmente de estar involucrado en un
plan sedicioso al servicio de la Corona de Aragón. Iba a ser juzgado por un tribunal civil, lo que
estaba en total contradicción con el Derecho canónico, que prohibía a los Obispos comparecer
ante los tribunales seglares.
La necesidad de contar con el Obispo de Pamiers para obtener testimonio contra Felipe el
Hermoso, y el desafío que significaba en aquella Época el enjuiciamiento civil de un Obispo,
causaron la ira de Bonifacio VIII. Su respuesta sería la bula Ausculta fili, despachada a
Francia en Diciembre de 1301, junto con otras de menor importancia. En ella, Bonifacio
criticaba violentamente la reforma jurídica y administrativa al Rey: “Volved, mi hijo muy
amado, al sendero que lleva a Dios, y del cual vos os habéis apartado, ya sea por
vuestra propia culpa o por la instigación de consejeros malévolos. Sobre todo, no os
dejéis persuadir de que no tenéis un superior y de que vos no estáis sujeto al Papa, que
es el jefe de la jerarquía eclesiástica. Una opinión semejante es insensata, y quien la
aliente es un infiel ya segregado del rebaño del Buen Pastor”. Aquellos “consejeros
malévolos”, desde luego, no serían otros que los Domini Canis. A continuación, Bonifacio
expresa que, con el fin de considerar los desórdenes causados por la mala conducta de
Felipe, y hallarles justo remedio, convoca a todos los Obispos a un Concilio en Roma para
Noviembre de 1302: durante el mismo, el Rey, al que se invita a comparecer, será enjuiciado
por sus “delitos” y llamado a la corrección. Felipe IV, por supuesto, no sólo que no se
presentaría, sino que prohibiría a los Obispos abandonar Francia sin su consentimiento.
Los “delitos” que se imputaban al Rey en Ausculta fili hoy nos parecerían perfectamente
soberanos: se lo acusaba de “haber cambiado el sistema monetario”; de “crear impuestos
hasta entonces desconocidos”; de “gravar las rentas que la Iglesia de Francia remitía a Roma”;
de “imponer a sus súbditos fronteras nacionales”; etc. Copias de esta bula fueron leídas y
quemadas públicamente en toda Francia, generando un movimiento popular de indignación
contra el despotismo teocrático del Papa.
Como adelanté, Dr. Siegnagel, con Ausculta fili se presentó la oportunidad de exhibir la
Nación Mística, con esa nueva estructura del Estado que pacientemente habían creado los
legistas Domini Canis. Esa demostración se realizó exactamente el día 10 de Abril de 1302,
en la Catedral de Notre Dame de París, y puede considerarse como la primera Constitución
del moderno Estado francés. Allí se reunieron representantes de todas las provincias
francesas, razón por la que se denominó “de los Estados Generales” a aquel congreso. Pero lo
realmente nuevo consistía en los Tres Órdenes que componían la Asamblea; vale decir, los
representantes de la Nobleza, del Clero, y de las Ciudades. Estos últimos, presentes por
primera vez en un Consejo presidido por el Rey. Hay que situarse en aquel momento del siglo
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