Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 185
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Papa que es nuestra convicción que sólo al Rey corresponde mandar en el Reino. Que Nos
somos el Rey de Francia y no reconocemos competencia de nadie por arriba nuestro para
intervenir en los asuntos del Reino. Que el Rey de Inglaterra y el Conde de Flandes son
vasallos del Rey de Francia y que Nos no aceptamos otro consejo que la Voz del Honor para
tratar a nuestros súbditos”.
La bula fue leída, pero Felipe no respondió hasta Junio de 1298, cuando la suerte de las
armas le era adversa ante las fuerzas unidas de Inglaterra y Flandes. Entonces aceptó el
arbitraje de Bonifacio VIII pero no en calidad de Papa, sino sólo como “Benedicto Gaetani”: de
esta manera evitaba admitir la jurisdicción papal en las cuestiones del Reino.
A todo esto, la polémica sobre la legitimidad de Bonifacio VIII continuaba más viva que
nunca. En Francia, los Señores del Perro se encargaban de actualizar el debate, mientras que
en Italia la agitación corría por cuenta de los Colonna: la preferencia por Bonifacio VIII o
Celestino V se había transformado allí en sinónimo de güelfo o gibelino. Los Colonna,
recibiendo ayuda secreta de Felipe IV, y aliados ahora al Rey Fadrique de Sicilia, hijo de Pedro
III de Aragón y Constanza de Suabia, se presentaban en la óptica del Papa como los
candidatos más firmes para una vendetta Golen. Sólo necesitaban una oportunidad, y ésta se
presentó cuando el encono de Esteban Colonna lo llevó a asaltar una caravana papal que
transportaba el tesoro pontificio desde Anagni a Roma. Esteban Sciarra Colonna no había
obrado con intención de robo sino con la certeza de rescatar los bienes de la Iglesia que
estaban en poder de un usurpador; por eso condujo el tesoro a la luz del día a su Castillo de
Palestrina.
El escarmiento que Bonifacio VIII aplicaría a los Colonna, y a los gibelinos, sería ejemplar,
aunque característico de la mentalidad Golen. Primero presentó al pueblo de Roma el acto de
Sciarra Colonna como un crimen incalificable, por el que responsabilizó a toda su Estirpe: –“El
Cardenal Pedro es el Jefe de los gibelinos y tanto él como el Cardenal Jacobo fueron los
culpables de que la elección papal se retrasara dos años en Perusa. Ahora, otro miembro de
esa familia osa alzarse contra la autoridad del Papa, la más elevada del Universo, y se atreve
a robar su tesoro: ese linaje maldito debe ser proscripto de la Iglesia”. En vano fue que los
Cardenales Colonna proclamasen la ilegalidad de Bonifacio VIII, que aportasen en favor de sus
acusaciones las dudas que la Universidad de París sostenía sobre la renuncia de Celestino V,
o que solicitasen la formación de un Concilio General de la Iglesia para expedirse sobre el
caso: en menos de un mes, y con la aprobación del Sacro Colegio, los Cardenales Jacobo y
Pedro son ex-comulgados y depuestos, así como Juan Colonna y sus hijos, Agapito, Jacobo y
Esteban Sciarra. Además de apartarlos de la Iglesia y del cristianismo, en la bula se ordena
confiscar sus bienes, propiedades y títulos. Naturalmente, los Colonna se resisten y Bonifacio
les responde publicando una Cruzada: quienes participen de ella obtendrán las mismas
dispensas que si hubiesen ido a Tierra Santa.
Al paso de los cruzados las matanzas de gibelinos se renuevan en toda Italia. El Castillo
de Sciarra, en Palestrina, es tomado y, por orden de Bonifacio, reducido a escombros, la tierra
arada y cubierta de sal. Sciarra y el resto de los Colonna deben huir a Francia, completamente
arruinados. Poco después les toca el turno a los Franciscanos Espirituales: según otra bula, el
Santo Oficio encontraba herética sus doctrinas y ordenaba la disolución de la Orden.
Trigesimonoveno Día
Sólo en 1299 conseguiría Felipe el Hermoso acabar la guerra con Inglaterra. La tregua
acordada por Benedicto Gaetani se fue desenvolviendo morosamente sin que las Naciones en
pugna cediesen sus intenciones de reanudar la contienda. Finalmente, mediante el tratado de
Montreuil, se puso término a la misma gracias a condiciones propias de la Época: Eduardo I,
Rey de Inglaterra, se casaría con Margarita, hermana de Felipe IV, en tanto que Eduardo II, hijo
del inglés, se comprometía con Isabel, niña de cuatro años que era la única hija del francés;
Isabel llevaría como dote el Ducado de Guyena pero los ingleses no pisarían por el momento
el territorio francés. Al año siguiente, Felipe ocupa con sus tropas el Condado de Flandes y
cierra el Cerco estratégico.
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