Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 178
¨El Misterio de Belicena Villca¨
por Felipe el Hermoso, le costó la vida a manos del Enemigo interno, pero sirvió para señalar
el fracaso total de los planes de la Fraternidad Blanca para esa Época. Y los Hombres de
Piedra y Pontífices Hiperbóreos, que dentro del Circulus Domini Canis aguardaban la
ocasión de aplicar la Sabiduría Lítica para construir las Murallas Estratégicas, tuvieron que
suspender el proyecto debido a la carencia de aptitudes iniciáticas de los Reyes posteriores,
que sumieron al Reino, ya convertido en Nación Soberana, en múltiples dificultades, una sola
de las cuales fue la Guerra de los Cien Años.
Trigesimoséptimo Día
Nos acercamos, Estimado Dr. Siegnagel, al desenlace de la historia de Felipe IV, es decir, al
momento en que fracasan los planes de la Fraternidad Blanca, desarrollados durante los
setecientos años anteriores por los Golen.
Ya indiqué por dónde habría de comenzar la Estrategia del Rey iniciado: Ocupación del
espacio real y Cercado. A continuación se debía eliminar el enemigo interno para
salvaguardar la Mística nacional, que es el efectivo campo de acción de la Función Regia. Los
conceptos de la Sabiduría Hiperbórea que he expuesto en los últimos Días, y que de manera
análoga fueron asimilados por Felipe IV en el Siglo XIII, permitían acceder a un punto de vista
estratégico diferente, desde el cual los actos de su reinado adquirían su verdadero sentido.
Felipe IV recibe la Corona de Francia en 1285: hereda de Felipe III, en ese momento, el
desastre militar de la Cruzada contra Aragón y la obligación contraída por el Reino de investir a
su hermano Carlos con las Coronas de Pedro III. Pero a Felipe IV no interesa continuar la
contienda y sólo se limita a parar los golpes de audacia de los aragoneses, que,
envalentonados con sus triunfos, realizan periódicas incursiones y desembarcos en territorio
francés. La paz de Tarascón, concertada en 1291, y el tratado de Anagni de 1295, ponen
término a la desafortunada campaña y eclipsan la esperanza papal Golen de acabar con la
influencia de las Casas de Suabia y Aragón sobre los asuntos de Italia.
¿A qué se debió aquel cambio político de la Casa de Francia? A la aplicación del principio
del Cerco y a la comprensión de la verdadera naturaleza del Enemigo: Felipe IV, aunque los
aragoneses, al igual que todos en su tiempo, tardasen en advertirlo, era más gibelino que
Pedro III; jamás podría ser Aragón el enemigo esencial de un Rey de la Sangre Pura como
Felipe el Hermoso: a lo sumo sería un caballeresco adversario, otra Nación luchando por
imponer su Mística. Por eso Aragón no figuraba en la lista de los seis enemigos principales del
Reino de Francia.
Al aplicar el principio del Cerco, Felipe IV determina inmediatamente las fronteras
estratégicas de Francia: hacia el Este, el país termina en la orilla del Rin; hacia el Norte, en el
Océano Atlántico y el Canal de la Mancha; y rumbo al Oeste, los Pirineos señalaban el límite
del Reino de Aragón. Para Felipe IV, y para sus instructores Domini Canis, era
estratégicamente erróneo intentar expandirse a costa de Aragón, una Nación dotada de
poderosa Mística, sin haber aplicado previamente el principio de la Ocupación en el territorio
propio: de allí el fracaso de la Cruzada. En consecuencia, dedicaría un gran esfuerzo
diplomático a pactar la paz con Aragón, cosa que efectivamente lograría, como se adelantó, en
un Congreso celebrado en Anagni en 1295. Con las manos libres, el Rey acometería la
empresa de expulsar a los ingleses del territorio francés.
La Guyena era la provincia de Francia más extensa después del Languedoc; de su capital,
Burdeos, procedía Bertrand de Got, un Señor del Perro que fue Papa bajo el nombre de
Clemente V y de quien se hablará más adelante. Pero aquel enorme Ducado se encontraba en
poder de Eduardo I Plantagenet desde 1252, aunque rodeado por los Condados franceses de
Poitou, Guyena y Gascuña, y el Reino de Navarra, cuyo Rey era también Felipe IV. La
oportunidad de ocupar las plazas inglesas de Guyena la brindaría un conflicto entre marinos
ingleses y normandos en el puerto de Bayona en 1292. Los Corsarios ingleses se apoderaron
de una escuadrilla francesa y saquearon La Rochele: nada más necesitaba el francés para
tomar numerosas plazas fuertes y castillos e intentar cerrar el cerco. Dos años después,
Inglaterra y Francia estaban trabadas en una guerra naval encarnizada.
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