Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 165
¨El Misterio de Belicena Villca¨
“para su educación”: muerto Pedro II, una delegación de Nobles catalanes gestionó frente a
Inocencio III la devolución del niño, a lo que el Papa Golen accedió con la condición de que
fuese educado por los Templarios de España, esto es, en la Fortaleza de Monzón, la misma
donde Bera y Birsa asesinaran a Lupo de Tharsis, a Lamia, y a Rabaz. Tenía seis años Jaime I
cuando fue puesto en manos de los Templarios, quienes se dedicarían durante varios años a
lavarle prolijamente el cerebro y a convertirlo en un instrumento de su política sinárquica: no
ha de sorprender, pues, su conducta poco solidaria con la Causa de la muerte de su padre ni
la crítica que sobre los actos de éste vierte en su libro de memorias. Muy opuesta a la política
güelfa de Jaime I sería, en cambio, la conducta de su hijo Pedro III el Grande, quien se jugaría
entero frente a la teocracia papal.
Así pues, al morir Luis IX el Santo, en 1270, ocupa el trono su hijo, Felipe III, llevando
como Reina a Isabel de Aragón, hermana de Pedro III. En esa Época ocurren los hechos que
he narrado ayer, vale decir, el Conde catalán reconstruye el Condado de Tarseval y Valentina
se enamora de Pedro de Creta. Felipe III gobernaría hasta 1285, fecha en que le sucedería
Felipe IV, el brazo ejecutor de los Domini Canis. Mas ¿qué sucede mientras tanto en la cima
del Poder Golen, es decir, en el papado? Para responder hay que remontarse a la muerte de
Federico II, cuando se enfrentaba en una guerra exitosa contra Inocencio IV, una guerra que
amenazaba terminar para siempre con los privilegios papales: en esas circunstancias, los
Golen lo hicieron envenenar en 1250. Pero el Emperador ya había causado un daño
irreparable a la unidad política europea y dejaba en Italia un partido gibelino fuertemente
consolidado que no se sometería fácilmente a la autoridad papal. Cabe destacar que el odio
que los Golen experimentaban entonces hacia la casa de Suabia era sólo superado por el que
volcaron durante milenios sobre la Casa de Tharsis: a aquella Estirpe, como a ésta, habían
jurado destruir sin piedad.
Inocencio III y los Papas siguientes, deciden despojar a los Hohenstaufen de todos sus
derechos sobre Italia, es decir, sobre Roma, Nápoles y Sicilia, e impedir que algún miembro de
esa Casa accediese al trono imperial. A Federico II le sucede su hijo Conrado IV, rápidamente
excomulgado por Inocencio IV: muere en 1253 dejando como heredero a su único hijo, el
pequeño Conradino, nacido en 1252. Como regente del niño, gobierna Sicilia Manfredo, hijo
natural de Federico II. Excelente general, este Rey continúa la guerra emprendida por su padre
contra el papado Golen: recibe tres excomuniones de Urbano IV, arma terrible de la época
pero que no hace mella en el poderoso ejército sarraceno que ha formado. Manfredo vence en
todas partes y amenaza concluir la obra purificadora de Federico II; y para desventura de
Urbano IV, casa a su hija Constanza con el infante Pedro de Aragón, es decir, con el futuro
Rey Pedro III. Es entonces cuando los Golen deciden realizar una maniobra ambiciosa, que
sería inicialmente exitosa pero que finalmente causaría la ruina de sus planes: intentan
reemplazar a la Casa de Suabia de Alemania por la Casa de los Capetos de Francia en el
papel de ejecutora de los planes de la Jerarquía Blanca.
Pese a lo que se diga, el plan no era descabellado pues, particularmente fortalecidos, pero
a su vez divididos por el carácter feudal de sus Estados, los Señores Territoriales alemanes
podían ser fácilmente debilitados en sus aspiraciones imperiales; de hecho el Interregno, el
período actual en el que no existía acuerdo para elegir al Rey de Alemania, podía mantenerse
indefinidamente. Sería ésa, entonces, la ocasión de apoyar al Rey de Francia y asignarle el
papel que en un tiempo se le confió a Federico II. Pero los Golen no pensaban en el presente
Rey Luis IX, personalidad fuerte y difícil de manejar, sino en su sucesor Felipe III, más débil e
influenciable por los clérigos de su corte. Urbano IV ofrece el trono de Sicilia a Luis IX pero el
Rey de Francia no acepta pues considera legítimos los derechos de la Casa de Suabia: quien
sí acepta es su hermano Carlos de Anjou, Conde de Provenza. Este Caballero, héroe de las
Cruzadas, quiere ser Rey como sus hermanos y acepta convertirse en verdugo de la Casa de
Suabia. Con su intervención en los asuntos de Italia, los Golen logran comprometer a Francia
en su política teocrática y se preparan a restaurar el Poder del papado según la concepción de
Gregorio VII e Inocencio III: después vendrá, suponen, el Gobierno Mundial y la Sinarquía del
Pueblo Elegido.
De acuerdo a la organización feudal de los provenzales, los Señores sólo cedían tropas
por cuarenta días, y a condición de no transportarlas a demasiada distancia. No pudiendo
sacar nada por ese lado, la Orden Cisterciense le financia a Carlos de Anjou un ejército
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