Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 159
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Tharsis; con otro criterio expositivo hubiese sido imposible llegar siquiera hasta aquí. Desde
ahora trataré de resumir aún más la parte faltante, no porque el mensaje ya esté revelado, ni
porque lo que sigue carezca de importancia, sino porque el tiempo se me acaba, porque
presiento que Ellos están cada vez más cerca y deseo que Ud. reciba la carta antes que los
Golen ejecuten la Sentencia. Sólo le pido Dr., más bien le suplico, que efectúe su lectura
completa y después juzgue: sé que mi condición de “enferma mental” resta no poco crédito a
su contenido si el mismo fuese juzgado racionalmente; pero, no he de negarlo, confío en
que Ud. adoptará al fin otro punto de vista.
He de abandonar, pues, a los satánicos Inmortales, quienes no tardarían en regresar al
Templo de Melquisedec, para referirme nuevamente a los Señores de Tharsis. Ahora se
comprenderá cómo la necesidad que la Casa de Tharsis tenía de sobrevivir influyó y dio
orientación definitiva a la Estrategia del Circulus Domini Canis; y cómo esta estrategia
culminó cuando la inspirada gestión de Felipe IV concretó sus objetivos.
Noso de Tharsis se aprestaba a volver a la Caverna Secreta cuando la Peste hizo su
presencia en la Casa de Tharsis. Enseguida comprendió que era allí el único sobreviviente y,
dominando la furia guerrera que brotaba de su Espíritu, trató de evaluar con calma la situación.
Tratándose de un ataque de los Golen, no cabía alentar esperanzas sobre los restantes
miembros de la familia, salvo los Hombres de Piedra que, como él, eran evidentemente
invulnerables. Se dispuso pues, a aguardar la confirmación de lo ocurrido con la expedición
del Conde de Tarseval y, durante esa espera, comprobó con horror que los cuerpos de sus
parientes se transformaban en betún de Judea. Al llegar Lugo de Braga y comenzar el pillaje,
Noso no necesitó más datos para saber la suerte corrida por el Conde y sus Caballeros: y en
ese momento sólo pensó en la Basílica de la Virgen de la Gruta, y en su imagen, lo más
valioso que quedaba allí para un Hombre de Piedra. Sin meditarlo dos veces, corrió hasta la
Iglesia, espada en mano. Una partida de quince soldados había llegado ya, quizá con
intención de robar el Cáliz de Oro, y tuvo que enfrentar la furia del Guerrero Sabio: combate
desigual para los almogávares y para cualquier guerrero no Iniciado, que les costó la vida.
Al acercarse al altar, Noso, que estaba seguro de llegar primero, comprobó con asombro
en la estatuilla del Niño de Piedra una mutilación: alguien había seccionado la mano de piedra
que expresaba la Vruna Bala. Mas no era ése el momento de resolver el enigma. Noyo
envolvió los bustos de la Virgen y el Niño con una capa y ganó a caballo la orilla izquierda del
río Odiel, adonde un sendero poco frecuentado lo conduciría hacia la Sierra Candelaria.
Las noticias sobre el exterminio de gran parte de la familia conmovió a la dura anciana: mil
setecientos años antes, otra Vraya había pasado por una situación semejante. No era posible,
dijo casi para sí misma, que tanto esfuerzo fuese en vano. Pese a todos los ataques sufridos
hasta entonces, la Casa de Tharsis consiguió superar siempre los momentos difíciles, aunque
ninguno tan crítico como el presente; pero también los progresos fueron muchos: la pauta
familiar estaba casi cumplida; el Culto del Fuego Frío hacía siglos que brindaba Hombres de
Piedra a los Señores de Tharsis; y habían conservado la Piedra de Venus, el más preciado
trofeo para el Enemigo; sólo faltaba un último esfuerzo de purificación sanguínea, que la
familia produjese un Hombre de Piedra capaz de comprender a la Serpiente con el Símbolo del
Origen, es decir, a uno que fuese capaz de proyectar el Signo del Origen sobre la Piedra de
Venus; ese Iniciado Hiperbóreo alcanzaría así la Más Alta Sabiduría, la localización del Origen,
y la Piedra de Venus les mostraría la Señal Lítica de K'Taagar; entonces los Señores de
Tharsis podrían marchar hacia el destino que les tenían reservado los Dioses Liberadores; y
ese momento no parecía estar lejano, la Casa de Tharsis era consciente de la inminencia con
que llegaría un Hombre de Piedra que sería Pontífice y comprendería los mayores secretos; le
aguardaban con ansiedad desde hacía años pero todos estaban de acuerdo en que pronto
llegaría; y las señales de los Dioses eran coincidentes. ¿Cómo, pues, cómo se producía ahora
este desastre?¿en qué habían fallado?¿quizás en un exceso de confianza?¿habían
subestimado una vez más al Enemigo? Sin dudas ésa era la respuesta. No se mantuvo un
suficiente estado de alerta y se permitió actuar al Enemigo, al que se debería haber atacado
preventivamente apenas se acercó a la región de Aracena. Siendo así, lo ocurrido estaba
explicado, al menos estratégicamente, puesto que contra el conocimiento empleado por los
Inmortales no tenían defensa alguna fuera de la Pureza de Sangre.
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