Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 136
¨El Misterio de Belicena Villca¨
–¡Oh, Tzadikim! –dijo–. Vuestras explicaciones constituyen la Luz más Brillante para
nuestro entendimiento y mucho estamos agradecidos por el privilegio de oírlas. No quisiera
abusar del favor que nos habéis dispensado, solicitando aclaraciones que quizá no debéis dar;
pero no puedo dejar de manifestar que nuestro corazón se vería colmado de alegría si nos
pudieseis hablar algo más acerca de la Piedra de Fuego.
–Decís bien, Sacerdote; la Piedra de Fuego encierra un Misterio muy grande. Os
hablaremos de él, pero seremos breves, pues ya es hora de regresar a Oriente. –Era
evidente que Birsa se expresaba en una clave alegórica, puesto que los Inmortales no partirían
hasta el día siguiente–. Pero antes de irnos os hablaremos también de vuestra próxima misión,
ahora que la Simiente Maldita de Tharsis ha muerto, y será provechoso hacerlo en el marco de
ese Misterio. ¿Habéis traído el libro que os solicitamos?
–Tal como lo pedisteis, el libro ha sido trasladado hasta aquí –afirmó el Abad de Claraval–.
Se encuentra en la biblioteca del Castillo, bajo custodia permanente de tres Caballeros,
quienes matarán a cualquiera que intente acercarse a él. También trajimos de Claraval un
maestro escultor clarividente, que aguarda en su celda nuestra llamada.
–¡Subamos, entonces, a la biblioteca! –ordenó Bera, mientras ocultaba el temible Dorché
bajo su túnica.
Ascendieron por la puerta trampa que conducía a la Iglesia de Nuestra Señora del Mayor
Dolor y momentos después se encontraron los seis en una sala cuyo mobiliario consistía de
estantes y mesas cubiertos de libros y rollos; varios atriles exhibían, abiertos, algunos libros
enormes, de hojas exquisitamente ilustradas por los monjes benedictinos y construidos con
tapas incrustadas de oro y plata. De un arcón reforzado con herrajes remachados y
voluminosa cerradura, el Abad de Claraval extrajo el Sepher Icheh y lo depositó en una mesa
mayor, con doble plano inclinado pero bien iluminada por un candelabro central. A una seña
de Birsa, los cuatro Sacerdotes se sentaron frente al libro, en tanto que los Inmortales
permanecían de pie, uno en cada extremo del grupo.
–¡Abridlo en la página 12, Lamed! –demandó Birsa.
El libro sólo contenía imágenes, es decir, carecía de texto alguno, salvo las palabras
distribuidas en los dibujos. En la página solicitada quedó expuesta la representación de los
diez Sephiroth del Creador Uno en forma de Arbor Philosóphica. Todos estaban pendientes
de Bera, quien de inmediato tomó la palabra.
Vigesimoséptimo Día
Como es sabido, Dr. Siegnagel, el “libro sagrado” por excelencia, para los judíos, es la Torah,
que esencialmente se compone de los cinco libros del pentateuco tal cual los presentó el
Escriba Esdras en el siglo V A.J.C. Pero ésta es la Torah escrita, Torah Shebikhtab, que debe
considerarse como una Doctrina profana, exotérica, puesto que su verdadera “Sabiduría
Divina”, Hokhmah, está cifrada en la Escritura y no puede ser interpretada sin conocer las
claves criptográficas de la Cábala. Existe pues, también, una Torah oral, Torah Shebalpeh,
que trata sobre estas claves y constituye la Doctrina esotérica que conocen los miembros de la
“cadena cabalística”, shalsheleth haqabbalah. El tema principal de la Torah es la revelación
sinaítica, es decir, la Hokhmah que Jehová, YHVH, revela a Moisés en el monte Sinaí y que
se sintetiza en el Decálogo de las Tablas de la Ley. Ahora bien, Moisés recibió las Tablas,
Mocheh Qibbel Thorah Mi Sinaí, en el monte Sinaí, y de este hecho debe arrancar
necesariamente la cadena cabalística ya que Cabbala procede del verbo qabbel que significa
recibir. Empero, si la shalshleth haquabbalah comienza en Moisés, hay que recordar que
éste recibió dos Tablas de la Ley: sólo la primera contenía la revelación de la “Sabiduría
Divina”, Hokhmah, objeto de la Doctrina esotérica de la Cábala; las segundas eran una
síntesis exotérica de aquéllas y fueron cifradas, como toda la Torah escrita. Según la Cábala,
las primeras Tablas procedían del Árbol de la Vida, es decir, de la Inteligencia del Uno
Binah en tanto que las segundas fueron sacadas del costado del Árbol del Bien y del
Mal.
El Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, cuyo fruto había comido, fue la causa de la
expulsión de Adán del Paraíso: –“Dijo entonces Jehová Dios: he aquí que el Hombre se ha
hecho como uno de nosotros, por haber conocido el Bien y el Mal. No sea que ahora
136