Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 131
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Ellos fueron capaces de ofrecer a sus respectivos pueblos en holocausto para la Gloria de
Jehová Satanás. El betún de Judea, evidente residuo de la aniquilación de sus pueblos,
advino por Ellos a la región del Mar Muerto. Pero tal Sacrificio les valió el ser recibidos por
Melquisedec, el Supremo Sacerdote de la Fraternidad Blanca, quien los consagró en el Más
Alto Grado de su Orden. ¿Qué Sacerdote del Pacto Cultural no querría imitar a Bera y Birsa? –
Oh; pensaban los cuatro presentes, ¿qué no daría un Sacerdote por disponer algún día de un
pueblo entero para sacrificar, como habían hecho sin dudar Bera y Birsa? ¡Ese sería un
Holocausto digno de Jehová Satanás!
–¿Cuál es la Maldición de Jehová Satanás para quien no cumple la Ley? –preguntó ahora
Bera al Rabino Benjamín.
–“Soltaré contra vosotros bestias salvajes. Os castigaré siete veces por vuestros pecados.
Traeré sobre vosotros la espada; os refugiaréis en vuestras ciudades, pero Yo enviaré la
Peste en medio de vosotros. Y os retiraré el sustento del pan”, –sintetizó Benjamín, repitiendo
a Isaías.
–¡Así está Escrito! –confirmó con ferocidad Birsa–. ¡Ese sería el castigo para nuestra
debilidad pero también puede ser nuestra Fuerza! Debéis reflexionar sobre ello como hicimos
Bera y Yo hace milenios, cuando aún la Ley no estaba Escrita en la forma que la habéis
expresado. Entonces fuimos capaces de comprender el Secreto del Supremo Holocausto y de
llevarlo a cabo en Sodoma y Gomorra: por eso, y por la Voluntad de Jehová Dios, ahora
Nosotros somos la Peste. Debéis reflexionar sobre la Maldición con serenidad, os
aconsejamos. Porque solamente quienes tengan la calma para contemplar el Principio y el Fin
del Tiempo podrán comprender el Secreto del Supremo Holocausto de Fuego, el Final de la
Humanidad. Mas el premio de ese conocimiento significa la inmortalidad del Alma, el Alto
Sacerdocio, y los Poderes que nos habéis visto aplicar. Reflexionad sobre ello, Sacerdotes:
Nosotros seis somos la Manifestación de Jehová y no debemos faltar a la Ley. ¡Pero podemos
inducir a los Gentiles a que lo hagan para que la Maldición los alcance, para que la Peste se
instale entre ellos: entonces será posible el Supremo Holocausto de Fuego!
–¡¿En qué consiste?! –rugió el Abad de Claraval sin poderse contener.
–Allí está la respuesta –dijo Bera, señalando con el Dorché el lago de betún–. Pero esto
sólo lo comprenderá quien entienda que la nuestra es una guerra entre la Piedra y la Lejía
La Piedra, puesta al Principio del Tiempo, es el Enemigo; y la Humanidad, puesta al Final del
Tiempo, es la Lejía, el Supremo Holocausto, la Purificación por el Fuego Caliente que exige el
Sacerdocio de Melquisedec.
No obstante la insistencia de los Inmortales, ninguno de los cuatro comprendió que
acababan de revelarles el Secreto del Supremo Holocausto. Lo de la guerra entre la Piedra y
la Lejía se les antojaba harto misterioso. Sólo Nasi atinó a preguntar:
–¿Os referís a la Muerte del Juicio Final, la Muerte Ardiente de los Condenados?
–¡No! Está Escrito que la carne no morirá realmente, aunque el cuerpo se desintegre en la
tumba, pues todos los hombres resucitarán para ser juzgados de acuerdo a sus pecados. Ello
será posible porque el hombre existe en muchos mundos a la vez, mundos que han sido y
mundos que no han sido: en algunos de tales mundos aún está vivo y en otros puede que
haya perecido; pero de esos mundos será extraído el cuerpo que vivirá nuevamente, quizá por
mil años, quizá por mucho más; unos serán condenados, sí, y morirán definitivamente; pero
otros vivirán de nuevo sobre la Tierra. No es, entonces, a esa Muerte a la que nos referimos.
En verdad hablamos de algo muy posterior y concluyente: de la extinción de la conciencia
humana. El Final de la Humanidad llegará cuando el Fuego Caliente abrase todos los mundos
donde existe el hombre, y el Alma del hombre, y sólo quede la Lejía por testigo. En ese
momento nosotros, la Manifestación de Jehová Satanás, habremos alcanzado la Perfección
del Alma, la Divina Finalidad proyectada desde el Principio. Pero no así los Gentiles, que ya no
tendrán razón para existir en los mundos, pues el objeto de su creación fue favorecer nuestra
perfección: será la Voluntad del Altísimo que sus cenizas cubran la Tierra para que el
Agua Salada del Cielo las convierta en ríos de Lejía. ¡Oíd bien, Sacerdotes del Altísimo:
cuanto antes se calcine a la Humanidad, antes se acercará la Perfección para vosotros!
¡Convertid al hombre en Lejía y consumaréis el Supremo Holocausto que espera el Creador al
Final del Tiempo! –explicó Bera, haciendo gala de notable paciencia.
131