Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 111
¨El Misterio de Belicena Villca¨
A continuación, Pedro II se une a la lucha contra los almohades, junto al Rey de Castilla
Alfonso VIII, y permanece dos años dedicado a la Reconquista de España. Luego de cumplir
un destacado papel en la batalla de las Navas de Tolosa, regresa a Aragón, donde le espera la
triste sorpresa de que los Cruzados de Cristo se han repartido sus tierras y amenazan con
solicitar la protección del Rey de Francia: Arnaud Amalric, el Abad de Citeaux, es ahora
“Duque de Narbona”, y Simón de Montfort “Conde de Tolosa”. Finaliza 1212 cuando Pedro II
reclama a Inocencio III por la acción de conquista abierta que los Cruzados están llevando a
cabo en su país; el Papa trata de entretenerlo para dar tiempo a los Golen de completar la
aniquilación del catarismo y la destrucción de la civilización de Oc, pero, ante la insistencia del
monarca aragonés, acaba por mostrar su verdadero juego y le excomulga. Así, Inocencio III,
que en 1204 lo coronara y nombrara gonfaloniero, es decir, alférez mayor de la Iglesia, ahora
consideraba que él también era un hereje: pero sería una ingenuidad esperar que un Golen,
sólo interesado en cumplir con los planes satánicos de la Fraternidad Blanca, hubiese actuado
de manera diferente. De pronto Pedro II lo comprende todo y marcha con un ejército
improvisado a socorrer al Conde Raimundo VI en el sitio de Tolosa; pero ya es tarde para
combatir a los Poderes Infernales: quien ha vivido cerrando los ojos a la Verdad se ha
vuelto débil para sostener la mirada del Gran Engañador; Pedro II ha reaccionado pero sus
fuerzas sólo le alcanzan para morir. Es lo que hace en la batalla de Muret contra Simón de
Montfort, en Septiembre de 1213: muere incomprensiblemente, en medio de un gran desastre
estratégico, en el que resulta destruido el ejército aragonés y sepultada definitivamente la
última esperanza de la occitanía cátara.
Vigesimosegundo Día
Como Tartessos, Como Sajonia, Como el país de Oc, los pueblos de Sangre Pura han de
pagar un duro tributo por oponer la Sabiduría Hiperbórea al Culto del Dios Uno. La Cruzada
contra los Cátaros “y otros herejes del Languedoc” continuaría, con algunas interrupciones,
durante treinta años más; miles y miles de occitanos acabarían en la hoguera, pero al final el
país de Oc iría retornando lentamente al seno de la Madre Iglesia. En 1218 muere Simón de
Montfort durante un sitio a Tolosa, que había sido reconquistada por Raimundo VII; su hijo
Amauric, careciendo de la vocación de Verdugo Golen que en tan alto grado poseía Simón,
termina por vender los derechos del condado de Tolosa al Rey de Francia Luis VIII, con lo cual
los Capetos legalizan la intervención y concluirán por quedarse con todo el país. Pero esto no
era casual: la ocupación franca del Languedoc constituía un objetivo impostergable de la
Estrategia Golen, principalmente porque permitiría prohibir la maravillosa lengua de Oc, la
“lengua de la herejía”, en favor del francés medieval, la lengua de los benedictinos,
cluniacenses, cistercienses y Templarios. Aquella sustitución lingüística sería el golpe de
gracia para la Cultura de los trovadores, como las hogueras lo habían sido del catarismo.
Sumando la destrucción de la civilización de Oc a las restantes grandes obras realizadas
por Inocencio III durante su reinado eclesiástico, se entiende que al morir, en 1216, haya
supuesto que los planes de la Fraternidad Blanca estaban a punto de cumplirse: la garantía de
ello, el instrumento de la dominación universal, sería el joven Emperador Federico II, que por
esos días estaba en un todo de acuerdo con la Estrategia Golen. Empero, Federico II iba a
cambiar sorpresivamente de actitud y a asestar un golpe mortal a los planes de la Fraternidad
Blanca: y la causa principal de ese cambio, de esa manifestación espiritual que brotaba de su
Sangre Pura y lo transformaba en un Señor de Señores, era la Presencia efectiva del Gral de
Kristos Lúcifer.
Los Cátaros, en efecto, pagando el cruel precio del exterminio al que los habían
condenado los Golen benedictinos, consiguieron en cien años enfrentar a todo un pueblo de
Sangre Pura contra las Potencias de la Materia. El Pacto de Sangre había sido así restaurado,
pero no se podría ganar en el enfrentamiento porque aún no era el tiempo de librar la Batalla
Final sobre la Tierra: el momento era propicio, en cambio, para morir con Honor y aguardar en
el Valhala, en Agartha, la señal de los Dioses Liberadores para intervenir en la Batalla Final
que vendría. Pero, aunque no se pudiese ganar la actual batalla, las leyes de la guerra exigían
infligir el mayor daño posible al Enemigo; y, en ese caso, el mayor descalabro en los planes
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