Currículum y educación sexual
La escuela representa un símbolo igualdad, equidad y desarrollo, aún los críticos de
la misma, no pueden negar que es uno de los mecanismos más eficientes para
acortar brechas en la sociedad, incluso, se reconoce que en ella se reflejan las
aspiraciones sociales de diversos sectores.
Considerar la escuela como un factor indisoluble de las sociedades modernas tiene
que ver con su grado de efectividad, su coordinación y gradualidad para constituir a
los sujetos. Sin embargo, no es la escuela por sí misma, sino la dinámica que
desencadena el currículum.
El currículum, señalan los especialistas, es un proyecto educativo que refleja los
objetivos que se plantan los sujetos en conjunto, donde se plasma la idea de
sociedad a la que se aspira, el tipo de sujeto que se desea formar, las habilidades,
conocimientos y aptitudes necesarios para que el sujeto se integre en la sociedad.
Hablar del currículum nos remite a un campo de estudio con diversas aristas, Bolívar
citando a Jackson (1992) señala cuatro espacios de análisis: perspectivas
conceptuales y metodológicas; cómo se configura el currículum; el currículum como
una fuerza modeladora; por último, tópicos y aspectos de las áreas o las materias
curriculares. Aunque es cierto que el análisis de la enseñanza de la sexualidad en
cada uno estas áreas enriquecen la comprensión, para fines de este apartado, sólo
tomamos el primer punto con la finalidad de comprender cómo se sitúa la educación
de la sexualidad dentro del currículum.
Bolivar (1993) en su artículo “El espíritu curricular y el cuerpo escolar” refiere al
currículum como aquello que sucede en las aulas y centros escolares, es una teoría
que dinamiza, orienta y legitima el cuerpo escolar. Por tanto, el currículum lo inunda
todo, hasta llegar a convertirse en una teoría que pretende generar conocimientos
y da sentido a lo que se hace. Desde este enfoque, el currículum es una prescripción
hipotética, que establece escenarios de actividad preactiva de la vida escolar.
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