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L E T R AS
L’Atinoir y las nuevas
voces en Marsella
N
os encontramos en Marsella. Son casi
las cinco de la tarde. Un viento frío
sopla. Subimos por la calle Barbaroux
en dirección de Cours Julien, un barrio
pintoresco, colorido donde los grafitis y los
letreros serpentean entre cada cuadra y el olor
a comida. A dos pasos, cerca de la iglesia Les
Réformés, El Atinoir aparece entre almacenes,
tiendas. Y en el fondo el palpitar de la
famosa avenida Canebière.
¿Librería, biblioteca, taller, casa de
edición? Si uno se aproxima a la vitrina,
se puede advertir la presencia de nume-
rosos autores, muchos entre ellos, veni-
dos de lejos, del otro lado del océano y
que aquí encuentran un refugio seguro.
¿Se trata acaso de personajes sin domi-
cilio fijo, como suele llamarse a los men-
digos en este país? ¿Por qué posan de
repente, aquí en el barrio donde vivió el
escritor Antonin Artaud, y no muy lejos
del domicilio de Guillermo Bosques,
diplomático mexicano, que durante
la segunda guerra mundial, permitió a
cientos de judíos empaparse de libertad
gracias a la confección de falsos pasa-
portes y con ello, atravesar el Atlántico
en búsqueda de un hogar.
Una vez más, leémos L’Atinoir
sobre la fachada del inmueble, y des-
cubrimos que constituye un juego de
palabras accidental pero no fortuito,
que sirve para dar un nombre a un lugar
inhabitual que resguarda la prosa y el
verso multicolor escrito desde adentro
y desde afuera de América Latina,
España y otros espacios de creación.
Unos treinta autores componen el
abanico de voces nuevas que hablan
y discuten en francés desde los estan-
tes de L’Atinoir, algunos son ya bien
conocidos y atraviesan fronteras que
van desde el México de Juan Villoro o
Elena Poniatowska hasta la Colombia
de Mario Mendoza, otros constituyen
los ecos de la literatura más reciente
que desvelan otras miradas sobre
América Latina, es el caso del guate-
malteco Rodrigo Fuentes, exponente
de la intrépida creación centroameri-
cana, quien ya cuenta con dos publicaciones
aquí con De repente, Perla de la Antología
Centroamérica Cuenta 2015 y su novela
Amir y otras historias, 2016.
El creador y jefe de orquesta de esta aven-
tura editorial, es Jacques Aubergy, una especie
de “marseillais”, como se les dice a los oriun-
dos de Marsella, que a su vez tiene un poco de
mexicano, y habla el francés con una pizca de
acento argentino, que mezcla expresiones de
aquí y de allá. L’Atinoir que podría parecer
la combinación de dos palabras, latín y noir
(negro), halla su significado en el verbo cas-
tellano, atinar que significa algo como “viser
juste” (apuntar con precisión) y que, sin duda,
asume el espíritu de este proyecto literario.
La editorial surgió con el apoyo del escri-
tor mexicano Paco Ignacio Taibo II, y conso-
lida un espacio de reflexión con una línea de
publicación muy clara, que cubre dos colec-
ciones, una dedicada a la ficción y otra que
se impregna del ensayo. Para Aubergy, son
la riqueza del texto, la pertinencia y la origi-
nalidad del tema, los elementos principales
que busca en cada autor, cada obra contiene
Rodrigo Fuentes, L’Atinoir y Marsella.
Rodrigo Fuentes estuvo en junio de 2016 en
L’Atinoir, para compartir con sus lectores
en francés y realizó una residencia de autor
en Marsella, una ciudad, que contrasta
con la diversidad de sus habitantes y las
influencias que desde el norte de África,
Italia o España enriquecen y le exponen a
Tópicos del trópico por Rudy Cotton.
un prefacio que sitúa la obra en su contexto
social, histórico y político. L’Atinoir propone
también talleres con los autores y lecturas en
voz alta y en internet anima un espacio sobre
América Latina a través de textos, artículos
y columnas que exploran los ejes de interés
para comprender la identidad y la realidad
de una región tan incierta como intensa.
“Creo que la primera característica de la
literatura latinoamericana es la importancia
narrativa del relato. Luego se distingue la
libertad del tono y la variedad de los temas
y formas. Y, finalmente, esta calidad esen-
cial que se resumen en una voluntad per-
manente de verosimilitud debida sin duda
a la cercanía natural de esta escritura con el
periodismo y el cine”, dice Aubergy.
la apertura casi total. En su paso por allí,
el escritor guatemalteco habló sobre sus
narraciones y aprovechó para presentar
Amir y otras historias con la traducción en
francés de Jacques Aubergy.
La antología de cuentos nuevos de auto-
res centroamericanos publicados en mayo de
2015, en el marco de Centroamérica cuenta,
contiene 9 cuentos, entre los cuales se halla,
De repente, Perla de Rodrigo Fuentes, que
revela como lo dice Gioconda en el prefacio
de la obra, una espléndida muestra acerca
de la dirección que toman las letras de esta
parte del continente y permite corroborar
que las nuevas generaciones están enrique-
ciendo y reafirmando el nivel de excelencia y
exigencia de la creación aquí.
De un lado, En De repente Perla,
(L’Atinoir, 2015), el autor cuenta con una
gran delicadeza, la historia de Perla, una vaca
que quería ser perro y que por cosas de la vida
es rechazada por su madre, su destino se ilu-
mina cuando encuentra De repente, un perro
mestizo color canela, que aparece cerca de
la finca, donde vive, y que se convierte en su
gran amigo. El contexto de la narra-
ción, es el mundo de los cortadores de
caña de azúcar y su organización sin-
dicalista La Antorcha justiciera. En
el relato, con suma ironía, los anima-
les llegan a ser más humanos que los
patrones opresores, de quienes ellos,
serán también víctimas, y los cuales al
final, se ganan con creces el título de
auténticos animales.
De otra parte, en Amir y Otras his-
torias, (L’Atinoir, 2016), el autor reúne
todos sus cuentos, y vemos con fuerza
la narración de un relato que se opone,
que lucha bajo el peso de un sistema
que les corroe, el libro se presenta en
lectura bilingüe mediante el sitio de
internet de la editorial.
Como Fuentes confiaba en una
entrevista: “Lo que me interesa
es la precisión del lenguaje, una
precisión que se encuentra en una
cierta medida en la poesía. Hay algo
muy refrescante en la economía del
lenguaje que el cuento permite.”
Por cierto, añade el escritor: “la
novela es un espacio privilegiado
para la experimentación humana,
pero el cuento no ha parado de
reinventarse (Tchekhov, Borges,
Barthelme, Lorrie Moore, son gran-
des narradores y también grandes
descubridores). Hay algo intere-
sante en lo que menciona Edgar
Keret a propósito de la escritura de
la novela y del cuento. Utilizando
la metáfora marítima, se puede
decir que mientras que el primero se
lanza en un largo viaje en barco, con
cartas marítimas, mapas y compás,
el segundo se acerca más a la idea
de practicar surf sobre una ola en el
momento mismo que se acerca sin saber a
dónde nos va a llevar. Nunca supe practicar
este deporte, pero siento en el cuento una
intensidad que no encuentro en ninguna
otra forma de escritura.”
Y Rodrigo Fuentes concluye, “la novela
inventa de pronto otros mundos e incluso
puede sugerir cosmovisiones, pero el cuento
propone para contar historias nuevos acerca-
mientos, perspectivas, voces y tonalidades y
eso me parece igualmente precioso”.
Jhon Alexander Rodríguez Castañeda
y Marc Sagaert
Trucha panza arriba
Por Rodrigo Fuentes. Edición Sophos, 2016.
Les Lettres Françaises . Julio 2017
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