Mi primera revista LesLettresFrancaisesGT-2 | Page 3
L E T R AS
Les Lettres Françaises
L
a publicación literaria Les Lettres françaises fue
creada en 1942 por Jacques Decour y Jean Paulhan.
Jacques Decour fue arrestado por los nazis cuando iba
a publicarse el primer número mimeografiado; así se publi-
caron clandestinamente los números que siguieron durante
toda la segunda guerra mundial. Les Lettres françaises es, de
hecho, el periódico de la resistencia intelectual contra la ocu-
pación alemana y reúne las firmas de escritores de diferentes
sensibilidades políticas; se encuentran entre ellos François
Mauriac, Jean Paul Sartre y también Louis Aragon, Paul
Éluard, Michel Leiris, Raymond Queneau…
Aragon tomará oficialmente la dirección del periódico
semanal en 1953 hasta 1972, fecha de su primer cierre. Vuelve
a nacer de 1989 a 1991 bajo mi dirección, y después de diez
años de interrupción reaparece, esta vez como suplemento
cultural mensual de L’Humanité.
La historia del periódico está ligada a la segunda mitad del
siglo XX, y refleja sus tragedias, los combates felices y tristes
de aquellos cuyo ideal se puede llamar comunismo o emanci-
pación humana. “Hemos hecho grandes cosas pero también
han habido horribles / Pues no siempre es fácil saber donde
está el bien y donde el mal”, escribía Aragon.
Si hoy en día Les Lettres françaises siguen fieles a una
política de emancipación, ponen énfasis en la defensa de la
cultura. “Cultura” es actualmente una palabra que capta
todo, la mayoría de las veces refleja los apetitos y los cálcu-
los del mercado. Para nosotros se trata de ayudar al lector a
descubrir o redescubrir obras cuya originalidad y calidad las
Jean Ristat por Franck Delorieux.
hace ser “extraordinarias máquinas de libertad” retomando
la expresión de Aragon. El acento se pone entonces en Les
Lettres françaises sobre la defensa de los jóvenes creadores,
de los nuevos talentos. Tratamos de poner en práctica una
pedagogía del entusiasmo, sin ocuparnos de la moda o de las
pasajeras embriagueces mediáticas.
Simultáneamente, este periódico dedica dossiers a auto-
res del pasado como por ejemplo Thomas de Quincey, Lord
Byron, Jean Cocteau, Louis Aragon, etc. Para conservar la
memoria y dar una visión sobre la historia mundial de la
literatura. Es así como cada mes una página se destina a la
constitución de una biblioteca china donde se rinde cuenta de
las grandes obras de la China Imperial, como damos en cada
entrega todo el lugar que merece a la rica literatura latinoa-
mericana. Lo vemos bien, Les Lettres françaises son también
Letras internacionales, fieles en esto a la preocupación de
Aragon a todo lo largo de su vida.
Acaso no existió en Argentina una colección “Lettres
françaises” dirigida por Roger Caillois y que tuvo una gran
resonancia durante la segunda guerra mundial gracias a
Victoria O Campo?
He puesto énfasis en la literatura pero no habría que
olvidar que Les Lettres françaises son generalistas, en cada
número tratan de cine, de teatro, de arte y de filosofía. Le
apostamos al futuro, asumiendo riesgos y peligros. Lo
importante, después de todo, es amar y no hundirse en el
nihilismo contemporáneo.
Jean Ristat
Traducir la realidad guatemalteca
M
i vida ha sido un ir y venir entre
dos idiomas, entre varias culturas.
Nací en México, de madre francesa
y de padre salvadoreño, vivimos un tiempo
en Guatemala, y cuando tenía 11 años nos
mudamos a Francia. Después viví en El
Salvador, en España, en Bélgica, de nuevo
en México, en Londres, en Eslovaquia y ya
llevo 5 años en Guatemala. Abandonar un
país, dejar la casa, los amigos, la familia, y
empezar de cero en otro lugar no siempre fue
fácil, sobre todo en la infancia cuando uno es
más frágil. Pero como los cambios se volvie-
ron una constante en mi vida (¡en total, me
mudé 22 veces!) poco a poco, la traducción se
fue volviendo una especie de antídoto natural
contra el destierro, una manera de vivir en
varios mundos a la vez. Así fue como decidí
especializarme en traducción literaria y hacer
de esto un oficio. Además del francés, del
español, del inglés y del italiano, mi interés
por otras culturas me llevó a estudiar idiomas
más “exóticos”. De adolescente, el cingalés -
un idioma de Sri-Lanka - me llamaba mucho
la atención, más por la escritura que por la
sonoridad. Las letras eran hermosas, muy
gráficas, como espirales. Me gustaba tanto
dibujarlas que me metí a estudiar el idioma
en una escuela de la comunidad cingalesa de
París. Como era principiante, mis compañe-
ros tenían 5 o 6 años. Aprendí palabras suel-
tas, números. No fue muy productivo, pero
fue divertido. Más tarde intenté aprender lin-
gala (un idioma de la República del Congo)
y eslovaco. Tampoco fue muy productivo.
Pero también fue divertido. Empecé a tradu-
cir literatura guatemalteca para mi tesis de
maestría. Fue un intento de traducir al fran-
cés Los Días de la Selva de Mario Payeras.
Y digo intento porque resultó casi imposible
trasladar al francés el ambiente de la selva
que describía el autor. Los animales, las plan-
tas, la guerrilla, la clandestinidad… todo era
tan guatemalteco que tuve que agregar un
glosario al final de mi traducción. En 2012,
ya con más experiencia, fui seleccionada para
traducir en el Banff International Literary
Translation Centre en Canadá, la colección
de cuentos de Rodrigo Rey Rosa titulada
Otro Zoo. Fue una experiencia muy linda
porque compartí con traductores del mundo
entero. Durante los talleres, cada quién
hablaba de sus dificultades de traducción, y
de lo que querían lograr como traductores
de un texto determinado. Mi reto, una vez
más, f ue el de trasladar al francés el ambiente
rural – petenero – en el que se desarrollaban
la mayoría de los cuentos. Ese mismo año,
la editorial francesa Gallimard me contrató
para traducir la novela Los Sordos, un texto
mucho más urbano, sobre la vida de un
guardaespaldas en la ciudad de Guatemala.
No fue fácil traducir al francés esa violencia
y esa paranoia características del país, pero
como yo vivía en la misma ciudad y que las
calles de la novela eran las mismas calles por
las que yo transitaba en la vida real, como
traductora, me sentí afortunada. Luego
traduje La Otra Guerra de Miquel Dewever-
Plana, una investigación fotográfica sobre
las maras en Guatemala. Era la primera vez
que traducía testimonios, y eran tan crue-
les, tan crudos, que yo lloraba traduciendo.
Involuntariamente, me había adentrado en la
vida de estos mareros y de
sus víctimas para poder
sentir el dolor y traducir
sus palabras de la forma
más fiel posible. Recuerdo
haber tenido muchas pesa-
dillas mientras trabajaba
ese libro. Allí entendí que
la realidad de Guatemala
supera muchas veces la
ficción. También traduje
Las Flores, de Denise
Phé-Funchal, una novela
que nos traslada a una
pequeña ciudad lati-
no-americana de finales
del siglo XIX alborotada
por un escándalo que mezcla religión y
lujuria. El estilo, barroco y repleto de pala-
bras añejas, fue muy interesante en cuanto
a la traducción. Trabajé el texto durante
una residencia en el prestigioso Centre
International des Traducteurs Littéraires en
Arles, y mi tutor fue Claude Bleton, uno de
los traductores más reconocidos de Francia.
No solo traduzco novela. También traduzco
artículos científicos, ensayos sobre arte con-
temporáneo, películas para Netflix, libros
para niños… pero tengo predilección por la
poesía. Es el género con el que me identifico
más, tal vez por mi afinidad con las artes
visuales. El dibujo y la fotografía, que trabajo
de forma constante, me han vuelto sensible
a la estética de las imágenes, a la música de
las palabras. Cuando leí el poema en prosa
de Alan Mills, Síncopes, fue como una reve-
lación. Quise traducirlo inmediatamente
Alba-Marina Escalón.
para llevar al francés ese texto que describía
perfectamente la Guatemala de la que había-
mos huido cuando yo tenía 11 años: violenta,
intensa, caótica y hermosa a la vez. Que mi
primera traducción de poesía fuera publicada
por una editorial francesa me llenó de entu-
siasmo y me animó a seguir por ese camino.
Luego traduje al español al poeta francés
Laurent Bouisset, y me pareció interesante
hacer el ejercicio inverso: fue como interpre-
tar otra música. Hace poco tuve la dicha de
traducir La Playa espera por vos, un poema
que Wingston González escribió para un
performance de Naufus Ramírez-Figueroa
en el Museo de Arte Contemporáneo de
Bordeaux. Al traducirlo, sentí cómo el arte, la
poesía, la traducción y los idiomas se volvían
un todo coherente. En definitiva, traducir es
transmitir una idea, una mirada, un paisaje.
Alba-Marina Escalón
Les Lettres Françaises . Julio 2017
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