Mi primera publicacion VOLUMEN 20-MIGRACION-VERSION DEFINITIVA-17-MAYO-20 | Page 20

20 josé luis calva De hecho, hacia finales del siglo XIX —siguiendo el relato de Jorge Du­ rand— se había iniciado una oleada de inmigración de mexicanos a Estados Unidos, que se prolongó hasta 1920, bajo la forma de “enganche”, es decir un sistema de trabajo semiforzado basado en el endeudamiento del trabaja­ dor desde que salía de su comunidad de origen, deuda que crecía con los costos del viaje, alimentación y alojamiento, y que el “enganchado” debía pagar con trabajo. Además, la emigración a Estados Unidos se vio impulsa­ da por el estallido de la Revolución mexicana y la prolongada inestabilidad política y económica subsecuente. En 1930, de acuerdo con cifras de Co­ rona, la población de origen mexicano en Estados Unidos fue de 1 729 000 personas, de las cuales 640 mil eran inmigrantes y 1 089 000 eran nacidos en Estados Unidos. Con la Gran Depresión y las deportaciones que le si­ guieron, el número de inmigrantes mexicanos disminuyó a 377 mil en 1940, pero aumentó la población de ascendencia mexicana nacida en Esta­ dos Unidos a 1 527 000 personas, sumando 1 904 000 personas de origen mexicano residentes en Estados Unidos. La siguiente oleada de migración comenzó en 1942 con el Programa Bracero, que estuvo vigente hasta 1964. El programa había surgido de la necesidad de trabajadores en Estados Unidos para llenar el vacío de mano de obra dejado por el envío de tropas a la Segunda Guerra Mundial. Los braceros, siguiendo la narrativa de Armando Vázquez y Carolina Aguilar en su capítulo de este libro, eran en su mayoría trabajadores agrícolas que iban y venían por contrato, aunque algunos trabajaron en la construcción de vías férreas. “La generación de los braceros es la raíz familiar de muchos empresarios, políticos y líderes chicanos, porque sus padres, tíos y abuelos fueron braceros”. Cuando el Programa Bracero llegó a su fin en 1964, nos cuentan Vázquez y Aguilar, “muchos migrantes de México siguieron en la lógica de ir y venir, a pesar de no contar con contratos de trabajo; y otros decidieron quedarse en Estados Unidos, algunos formando familias y otros buscaron que sus esposas e hijos fueran emigrando para reunificarse del otro lado”. Comenzó entonces una siguiente oleada de emigración de mexicanos a Estados Uni­ dos que, de acuerdo con Jorge Durand, va de 1965 a 1985. “Se caracteriza —escribe Durand en su capítulo de este volumen— por una frontera poro­ sa y la incorporación de la mujer y migrantes urbanos al flujo y al mercado del trabajo migrante. No se trata de una política específica definida legal­ mente, sino de mantener un status quo que permitiera el abastecimiento de mano de obra sin las trabas burocráticas del Programa Bracero. En esta fase se toleró el cruce subrepticio de la frontera, al mismo tiempo que se pusie­ ron en marchas mecanismos de deportación para equilibrar la relación entre oferta y demanda”.