Mi primera publicacion POST-TAREA YENI-RD | Page 8

puede descartarse una infección cruzada si se producen las condiciones adecuadas. Pero estos y otros virus, incluyendo el de la Hepatitis A, pueden llegar a los productos lácteos a partir de manipuladores El protozoo Cryptosporidium parvum es uno de los parásitos causantes de diarreas más extendidos en todo el mundo. Este parásito tiene como uno de sus reservorios el ganado vacuno. El modo de transmisión habitual a los humanos suele ser el contacto directo persona a persona o animal a persona, o la ingestión de agua o alimentos contaminados. No existen referencias sobre el papel de los productos lácteos como transmisores, pero considerando que el agua es uno de los principales vehículos descritos en brotes de cryptosporidiosis y considerando también su baja dosis infectiva y su resistencia a determinados tratamientos de desinfección del agua, existe la posibilidad de que el agua procedente de acuíferos de zonas con una elevada densidad de ganado vacuno pueda estar contaminada y actúe como vehículo de contaminación con ooquistes infectivos de utensilios y equipamientos durante las operaciones de limpieza, pudiendo contaminar la leche tras la pasteurización. En el caso concreto de los productos lácteos, esta posibilidad ha sido demostrada en algunos estudios experimentales, observándose además que los ooquistes se mantienen viables tras procesos de fermentación como los del yogur. infectados si no se siguen unas buenas prácticas de fabricación. El HAV presenta, además, cierta resistencia a los tratamientos de pasteurización baja. Riesgos químicos y toxinas De entre los diversos peligros químicos a considerar, los más frecuentes suelen ser los residuos de sustancias farmacológicas, principalmente antibióticos, que se administran a los animales sin guardar el necesario período de espera. Estos pueden administrarse por vía intramuscular, intravenosa, subcutánea u oral, pero muchos antibióticos se administran directamente en la glándula mamaria para el tratamiento de la mastitis. Esta última vía parece la más implicada en la presencia de residuos de antibióticos en la leche. La mayoría de preparados contiene β-lactámicos, siendo este el tipo de antibióticos detectado con mayor frecuencia en diversos países. La presencia de los antibióticos es un riesgo no sólo para el consumidor, sino también para la propia industria láctea, ya que interfieren en los procesos de fermentación. Los productos lácteos pueden contener también mico toxinas. Entre ellas se ha descrito la presencia de diversas aflatoxinas (M1,B1, G1, M2 y M4), esterigmatocistina, ocratoxina A, tricotecenos (T2) y fumonisinas. Su presencia en productos lácteos es posible si en su elaboración se emplea leche procedente de animales alimentados con