Mi primera publicacion POST-TAREA YENI-RD | Page 29

secado y el ahumado de alimentos eran prácticas que ya se desarrollaban hace más de 20.000 años. La miel, el vinagre, los aceites, las grasas e incluso la arcilla, fueron utilizados también como conservantes y constituyeron, de alguna manera, las más primitivas conservas. Sin embargo, la gran innovación en el proceso de conservación, la introdujo el maestro confitero y cocinero francés Nicolás Appert (1749-1841) a fines del siglo XVIII. Appert postuló a un premio ofrecido por el Directorio de la Revolución Francesa (la época "del terror") para solucionar el grave problema alimentario de las tropas en continua actividad bélica en aquella época. Se lo adjudicaría quien desarrollara un procedimiento de conservación de alimentos para el ejército francés (algo similar a lo ocurrido posteriormente con Mège- Mouriès). Con el conocimiento aportado por el biólogo italiano Lazzaro Spallanzani, quien había demostrado que la carne no se descomponía si se hervía y luego se conservaba en un recipiente herméticamente cerrado, en 1795 Appert comenzó a realizar pruebas de conservación de alimentos. Para esto, introducía alimentos crudos o previamente cocidos en frascos de vidrio tapados con un corcho y sellados con lacre, los que sometía a cocción a temperatura de ebullición del agua por un tiempo superior a quince minutos, con lo cual el producto conservaba sus propiedades organolépticas (olor, textura, aspecto, sabor) durante más de seis meses, proceso que fue conocido por quienes lo aplicaron como "pauperización". El premio le fue entregado por el propio Emperador Napoleón Bonaparte. Esta innovación fue rápidamente incorporada por el Ejército y la Marina Francesa. Sin embargo, el vidrio era frágil y fácil de romper, sobre todo durante las contiendas, muy comunes en aquella época. Fue el inglés Peter Durand quien en 1810 usó latas de hojalata con una tapa sellada con un anillo de estaño soldado a la hojalata y que sometía a calentamiento con agua a ebullición. Esta ya era una conserva, aunque incómoda de abrir ya que era necesario un martillo y cincel para hacerlo. Más tarde, en 1853, con el desarrollo del autoclave y la esterilización por vapor, se solucionó el principal problema de las conservas en aquel tiempo, cuál era su durabilidad. La conserva había llegado para quedarse y su máxima consolidación se produjo durante las guerras del siglo XIX (Crimea, Civil Estadounidense, Franco-prusiana) y principalmente en las dos Guerras Mundiales del siglo XX, ya que fue el elemento básico para la alimentación de las tropas en el frente de batalla (15). Cada día se fabrican y consumen millones de conservas en todo el mundo de todo tipo de productos. Las conservas son seguras, de bajo costo y nos permiten disponer de una gran variedad de alimentos durante todo el año. Fueron una verdadera innovación para la alimentación. LA INNOVACION, UN TRABAJO DE EQUIPO Ya casi no existen los innovadores solitarios, puesto que la mayoría de las innovaciones actuales y en todos los campos surgen de un trabajo "en equipo". Si bien la "idea innovadora" puede ser de un solo individuo, la sofisticación tecnológica actual necesaria para lograr un desarrollo innovador, requiere de la participación de muchos individuos, procesos, maquinarias, entre otros. Esto ocurre en todos los campo de la innovación. Quizá el ejemplo más interesante, aunque no vinculado al mundo de los alimentos, es el caso de "los Steve". Uno de ellos, Steve Wozniak (1950), un ingeniero e inventor filántropo, especialista en computación, en su juventud le contaba a "todo el mundo" como mejorar sus computadores en capacidad y potencia. Cierto día lo oyó otro Steve (Jobs,