Mi primera publicacion Curso auto dirigido Muévete y conócete | Page 17

Concerniente a lo físico, el baile tiene un efecto sanador y reparador porque permite ejercitar el cuerpo, ayuda a balancear los ritmos biológicos, tales como la respiración, la circulación sanguínea y el sistema linfático. Además, potencia la flexibilidad, la capacidad de movimiento, la fuerza física y la resistencia. Los movimientos repetitivos mejoran el tono muscular, corrigen posturas defectuosas y aumentan el equilibrio, la coordinación y la salud cardiovascular. (Sheets-Johnstone, 2010).

En referencia a lo psicológico y emocional, los efectos terapéuticos que brinda el baile se encaminan a la evolución del ser humano a partir del movimiento, sirviendo como instrumento de liberación, permitiendo energía en el cerebro, mejorando el proceso de aprendizaje gracias al trabajo de elementos fundamentales de “la dimensión cognitiva (retención, seguimiento de instrucciones, memorización), produciendo la adquisición del conocimiento, creando argumentación, descripción y la expresión de ideas; manejando así la dimensión comunicativa social y afectiva”. (Ríos-Flórez, 2016)

En cuanto a las experiencias de intervención, uno de los aportes de la neurociencia a la terapia psicomotora de adultos mayores es la observación de un cambio motor generado por el baile, mejorando los aspectos psicomotores y produciendo beneficios en personas con demencia. (Guzmán, Freeston, Rochester, Hughes, y James, 2016 citados en Orozco y Gil, 2018). Asimismo, Koch, Morlinghaus y Fuchs (2007) realizaron un estudio donde querían ver el aumento de la vitalidad y la reducción de la depresión por medio de la intervención de la danza, comprobando el efecto positivo del baile y ratificando su tesis.

La intervención terapéutica con la danza también ha hecho presencia en la enseñanza, en un colegio en España se investigó la incidencia del baile en la psicomotricidad de niños y niñas con deficiencia intelectual moderada, entre sus resultados encontraron que gracias al movimiento efectuado mediante las intervenciones se obtuvo un mejor desarrollo en las habilidades motrices, de desplazamiento, de ritmo, equilibrio y nociones espaciales, los docentes reportaron además que, habían notado cambios en el aspecto socio-afectivo de sus estudiantes. (Cañar y Giler, 2011).

Otra experiencia significativa frente a la intervención del baile como agente sanador es la contada por Banderas (2006), su trabajo da cuenta de la búsqueda de sanación de mujeres víctimas de agresión sexual recurriendo a la música y al baile, encontrando en este arte la capacidad para recomponer la relación con sus cuerpos y reconceptualizar la imagen de estos. El acto de “bailar les permite reencontrarse y reconectarse con un cuerpo que está siendo odiado y negado”, así, la vivencia de bailar se convirtió en un acto de limpieza y regeneración. Los bailes que realizan estas mujeres los llevaban a cabo solas porque es en esa sensación de autonomía que buscaban la recuperación de la libertad y el autocontrol.

Por otro lado, el baile está presente como herramienta sanadora tanto individual como colectivamente, no partiendo necesariamente desde la enfermedad, sino por el contrario con una intención de promoción de vida saludable y también de cohesión social, es el caso de la experiencia de personas habitantes de Medellín, quienes dieron un giro a sus imaginarios sobre el baile, antes consideraban que era una excusa para tomar, consumir drogas y tener prácticas sexuales inseguras, pero después vieron que el baile se podía entender como “un comportamiento saludable digno de ser incorporado al estilo de vida”. Asistir a clases de baile, compartir en espacios externos a las clases con las personas que conocían y salir a bailar para mostrar lo aprendido fueron situaciones que generaron la resignificación de esta actividad en sus vidas. (Ochoa, 2004)

En resumidas cuentas, el baile como práctica terapéutica es concebido más allá de una expresión cultural, pasa a formar parte del diario vivir de las personas como elemento catalizador, transformador que les ayuda a encontrar sentido a la relación que tienen con sus mentes y cuerpos.