Podemos concluir, primero, cuando bailamos se activan distintas partes de nuestro cerebro involucradas en el lenguaje, la audición y el movimiento. Es el hemisferio izquierdo el que trabaja de manera predominante; segundo, cuando bailamos estamos potenciando nuestra inteligencia kinestésico corporal y esta a su vez promueve el desarrollo de habilidades emocionales; tercero, cuando las personas están familiarizadas con los movimientos de los bailes que están observando, les es más fácil ejecutar dichos movimientos, lo cual aumenta la posibilidad de generar reacciones emocionales y por último, las habilidades emocionales generadas gracias al baile nos permiten conectarnos con nuestro cuerpo y lo que sentimos, bailar se convierte entonces, en un acto de conectividad de nuestro cerebro, con nosotros mismos y con nuestro entorno.
Los medios de comunicación y la sociedad actual , nos bombardean constantemente con medicamentos, métodos costosos y poco motivadores para conseguir una mente y un cuerpo saludable, pero lograr la “Mente sana, cuerpo sano” no es tan difícil, tedioso o económicamente inalcanzable. En el siguiente capítulo los y las lectoras encontrarán en el primer apartado, algunas experiencias sobre intervenciones terapéuticas donde uno de sus elementos principales es el baile y el segundo apartado presentará la espiritualidad mediada por el baile, junto a una experiencia de sanación gracias a este.