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V olumen 55 (2018)
Peculiaridades epidémicas y clínicas de la Gripe Española
La pandemia de gripe de 1918 fue la más grave de la historia reciente. Aun-
que no hay un consenso universal respecto a dónde se originó el virus, la pro-
pagación a nivel mundial fue extraordinariamente rápida. En la primera onda,
a pesar de que el número de personas contagiadas fue muy elevado; las tasas de
mortalidad no fueron particularmente altas, y eso hizo posiblemente que no se to-
mara la situación con suficiente seriedad, contribuyendo a su extensión. La guerra
y el trasporte militar influyeron en este hecho que pudo servir de amplificador y
difusor de la epidemia en EEUU e igualmente pudo suceder en Europa con los
campamentos militares a uno y otro lado del canal de la Mancha, situaciones
postuladas como facilitadoras del reordenamiento genético entre virus humanos
y animales que originaran el virus pandémico (13) .
La mayoría de casos presentaba síntomas típicos del cuadro gripal junto con
fiebre elevada. Entre los enfermos se produjeron un 6% de neumonías, 1% de
hospitalizaciones y una mortalidad media del 2,5% con oscilaciones geográficas
mundiales entre el 1,75 y el 6%. La causa más frecuente de muerte fue la neumo-
nía secundaria bacteriana (14,15) . A las pocas horas del ingreso los pacientes presen-
taban las “manchas de Mahogany” de color marrón oscuro, en ambas mejillas,
precursoras de una cianosis facial horas más tarde y de la muerte (16). Con menor
frecuencia la neumonía era de tipo hemorrágico agudo viral demostrada en algu-
nas autopsias y su presentación sucedía a los 5-6 días de iniciado el cuadro. La
ausencia de antibióticos y otras medidas terapéuticas de soporte vital hizo que los
cadáveres se acumularan en algunos momentos de la epidemia y plantearan pro-
blemas sociales e imágenes dramáticas (Figura 5) . Fue muy difícil garantizar personal
cualificado que asistiera a los enfermos ya que el 30% de los médicos americanos
estaban enrolados en el ejército (17) . Los casos aparecieron en lugares tan alejados
entre sí como México, Rusia, Irán, Nueva Zelanda, Argelia, Gambia e Islas Fiji,
por mencionar solo algunos de ellos. La expectativa de vida se redujo 12 años en
EE.UU, en donde murieron 675.000 personas (18) . Pese al transcurso de los años y
la evolución de la tecnología no se han logrado explicar todavía todas las circuns-
tancias que rodearon a la mortal pandemia (19) . Su origen y patogénesis continúan
siendo desconcertantes para la epidemiología y la virología modernas (20,21) . Hay
que tener en cuenta que el 95% de los casos no tuvieron relevancia clínica (5) ,
concentrándose la mortalidad y los casos graves en el grupo de edad de 25 a 29
años así como en los muy ancianos, estando los niños de 5-15 también afectados,
aunque con menor mortalidad que los jóvenes. El mismo virus produjo una en-
fermedad leve o banal en aquellos que eran ligeramente mayores o menores que
ese “cinturón de edad maldito” de edad. Más aún; en las personas muy mayores
se produjeron menos casos mortales en 1918, paradójicamente con tasas de mor-
talidad menores que en estaciones de gripe de años anteriores (1911–1917) (22) . En