Mi primera publicacion ANALES 2018 FINAL FINAL p | Page 371

A nales de la R eal A cademia de M edicina y C irugía de V alladolid 371 bil en unas fosas nasales más frías de lo habitual. A estos se añade el factor de ha- cinamiento (estadios, bares, teatros, etc.) de sitios con una ventilación escasa (11) . Las dos primeras ondas tuvieron lugar en épocas absolutamente no gripales e incluso con factores ambientales desfavorables para la transmisión del virus. La segunda onda ocasionó simultáneamente brotes en los dos hemisferios desde septiembre a noviembre con periodos tan breves respecto a las posteriores que en algunos sitios fueron inaparentes (7–9) . Por tanto, ninguno de los factores descri- tos explica con claridad la distinta naturaleza y perfil de las tres ondas ocurridas entre 1918 y 1919 que empezaron respectivamente en la primavera-verano, vera- no-otoño y otoño-invierno del hemisferio norte La caída brusca de casos entre la primera y segunda onda seguida del rápido aumento de casos en la segunda y tercera ondas es difícil de explicar. Incluso asu- miendo una inmunidad transitoria postinfección, no podría justificarse, como las personas susceptibles fueran pocas para mantener su transmisión en un lugar y a continuación, suficientes para empezar una nueva segunda onda explosiva pocas semanas después. Eso exigiría mutaciones importantes y casi simultáneas en todas partes del mundo en los breves periodos entre ondas. Dicho proceso de escape a la inmunidad de grupo, típico de los virus de la gripe, lleva años de evolución, nunca semanas. Incluso si ocurriera así, tardaría meses en producirse esa difusión epidémica en forma de onda explosiva alrededor del mundo. Nunca hasta entonces ni después, se han observado tantas ondas sucesivas producidas por el mismo virus en un espacio de un año o menos. La pandemia de gripe de 1889 empezó al final de la primavera y necesitó más de 6 meses en difundir por todo el mundo, haciendo el pico epidémico en Europa y EEUU al final de 1889 y principios de 1890. La siguiente onda ocurrió más de un año después, al final de la primavera de 1891 y la tercera a comienzos de 1892. También en aquella pandemia, la segunda onda fue la más grave, originando la mayor parte de casos mortales. Sin embargo, en la de 1918 las ondas se observaron comprimidas en un espacio de 8-9 meses en todos los países. Los descubrimientos del siglo XXI sobre el virus de 1918, se han obtenido a partir de casos fallecidos en la segunda onda (12) , lo cual hace imposible cualquier comparación sobre la evolución temporal y tampoco se ha demostrado una muta- ción o distintos clados víricos del mismo subtipo en las ondas epidémicas. La pandemia, que duró poco más de un año, logró controlarse en 1919 y se dio por concluida en marzo de 1920, pero los efectos de la enfermedad más mortífera de principios del siglo XX todavía están presentes en los registros de enfermedad o de mortalidad de casi todos los países (Figura 4). La huella del paso del virus se ha cifrado en 50 a 100 millones de personas fallecidas, aunque el número exacto nunca se sabrá (2). Dichas cifras suponen más que los muertos ocurridos en la Primera Guerra Mundial (17 millones) y en la Segunda (alrededor de 60 millones) (3,7,9) .