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V olumen 55 (2018)
INTRODUCCIÓN
El 4 de Marzo del año 2018 se cumplió el primer centenario de la pandemia
más grave de gripe que ha conocido la especie humana (1) . La pandemia de Gri-
pe de 1918 en un espacio singularmente corto de tiempo arrasó todo el planeta,
acabando con la vida de niños, jóvenes, ancianos y embarazadas; alterando de
tal manera la vida y actividad social que en muchos países afectados incluso la
demografía poblacional resultó gravemente afectada. Aquel acontecimiento fue
determinante para el desarrollo de las vacunas de gripe tras el descubrimiento del
virus y la implementación de una de las más extensas redes de vigilancia mundial
de una enfermedad infecciosa.
La pandemia de Gripe Española solo es comparable a la de peste negra del
siglo XIV, la gripe entre 1918 y 1919 afectó a 500 de los 1.800 millones que
habitaban el mundo entonces, lo que supuso una incidencia del 25-30% de la
población mundial. A partir de los datos de los países desarrollados que en esa
época disponían de registros adecuados, se estima que fallecieron entre 50 y 100
millones de personas (2–4).
Los primeros casos documentados tuvieron lugar en el campamento de
Funston (Kansas) en el que, a partir de la consulta a la enfermería del cocinero
Albert Gitchell; se inició un goteo incesante de casos que hizo necesario habilitar
un hangar en las semanas siguientes para albergar a los centenares de infectados
(Figura 1).
Once meses antes los Estados Unidos (EEUU) habían entrado en la prime-
ra Guerra mundial. En abril de 2018, la pandemia se había extendido por todo el
Medio Oeste, llegando a los puertos norteamericanos desde los que embarcaban
tropas hacia los puertos de desembarco, en Francia. La guerra facilitó la extensión
de la pandemia a todos los países aliados y a los del bando contrario mostrando
una vez más la irreverencia de los microorganismos por las fronteras ideológicas
y geográficas y su afinidad con las catástrofes humanas de toda índole.
La pandemia llego a España en el mes de mayo de ese año y entre los ilustres
afectados, cabe señalar al rey Alfonso XIII, al presidente del Gobierno y a varios
de los ministros del gobierno de España. Aproximadamente dos meses después
de la notificación de los primeros casos norteamericanos; en Julio de 1918 la
mortal epidemia llegó al continente australiano, a 17.000 km de distancia del
escenario europeo.
La guerra mundial, la vulnerabilidad especial de los adultos jóvenes sanos,
la ausencia de antibióticos o vacunas y la falta de coordinación sanitaria por or-
ganismos internacionales; fueron los principales factores que contribuyeron al
desastre sanitario y sociodemográfico. Aquella mezcla de reclutas jóvenes, exce-
lentes transmisores del virus; junto con el hacinamiento propio de los campamen-