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un modelo común de estudio. Por ejemplo, Pierre François Olive Rayer (1793-
1867), médico, que ocupó la catedra de Medicina Comparada de la Facultad de
Medicina de París (creada expresamente para él por Napoleón III), describió el
muermo de los caballos (producido por Pseudomonas mallei, hoy Burkholderia
mallei) y, en colaboración con Casimir Davaine (1812-1882) también médico,
realizaron en 1850 la primera observación de unos ‘cuerpos inmóviles y filifor-
mes’ en la sangre de animales muertos de carbunco. A. Pollender (1799-1879)
en Alemania, reclamó que en 1849 él ya había observado unas células de aspecto
bacilar en la sangre de vacas muertas de carbunco, y Brauell, en 1857-58 descri-
bió por primera vez la transmisión del ántrax, desde el hombre, a una oveja en la
que, una vez muerta, encontró ‘pequeños gérmenes inmóviles’.
Entre 1863 y 1868, Davaine, confirmó la presencia de cuerpos filiformes en
la sangre de cadáveres de carbunco a los que denominó ‘bacteridias’ y comprobó
su transmisión al conejo. Observó los mismos cuerpos en enfermos humanos de
‘pustula maligna’ y ocasionó la muerte de cobayas después de inocularles con ese
material. Tiegel, Pasteur y Joubert, en 1871 y 1877 demostraron que el carbun-
co era producido por las bacteridias de Davaine, y R. Koch (1876-77) demostró
la etiología del carbunco probando sobre él sus postulados, aislando y cultivando
el microorganismo a partir de los animales infectados.
Pierre Victor Galtier (1842-1908) escribió en 1880 el primer tratado de
enfermedades infecciosas y política sanitaria de los animales domésticos y pro-
puso el conejo como animal de laboratorio para el diagnóstico de la rabia (ino-
culación subcutánea de material procedente de individuos sospechosos de rabia
y desarrollo de rabia paralítica al cabo de 15 días de incubación). En 1881 llevó
a cabo estudios de inmunización, mediante inoculación de materias virulentas en
corderos, siendo el primero en intuir la posibilidad de utilizar este recurso para
el tratamiento contra la enfermedad, aunque erróneamente consideró que el virus
rábico no estaba presente en el tejido nervioso. Pasteur, que demostró lo contra-
rio, reorientó sus investigaciones para el desarrollo de una vacuna contra la rabia.
En 1887 Galtier recibió el reconocimiento oficial de una comisión médica en la
que figuraban Charcot, Brown-Sequart y Richet en cuanto a su prioridad sobre
Pasteur en el tratamiento antirrábico, siendo propuesto para el Premio Nobel de
Medicina y Fisiología en 1907 pero falleció antes y el premio fue otorgado con-
juntamente a Elia Metchnikoff (que también había cursado estudios de Veteri-
naria en Voronez -en Rusia-, antes de incorporarse al equipo de Pasteur) y Paul
Ehrlich. Henri Toussaint (1847-1890), también veterinario, fue otro precursor
de los estudios de L. Pasteur, así reconocido por éste último, en sus trabajos sobre
el cólera aviar y el carbunco, en los que llevó a cabo procedimientos originales de
vacunación que fueron el origen de las vacunaciones de Pasteur.