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A nales de la R eal A cademia de M edicina y C irugía de V alladolid
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contribuir a la oxidación de lipoproteínas de baja densidad (LDL) en plasma. En
este sentido, los compuestos fenólicos, por su acción antioxidante y anti-radica-
laria, podrían contrarrestar, al menos en parte, el daño oxidativo inducido por el
alcohol y reducir la oxidación de las LDL (51, 56) .
Un vino tinto puede presentar más de 1 g de polifenoles/L, contenido que es
superior al presente en una mayoría de las frutas y hortalizas. Los vinos blancos
no se someten habitualmente a maceración con las partes sólidas de la uva duran-
te el proceso de vinificación, por lo que habitualmente contienen cantidades muy
bajas de compuestos fenólicos. Los efectos protectores cardiovasculares se han
asociado sobre todo a la fracción de procianidinas (taninos condensados), que son
generalmente los componentes fenólicos mayoritarios en los vinos tintos. Otro
compuesto al que también se ha atribuido un papel en los efectos beneficiosos
del vino es el estilbeno resveratrol, para el cual se han descrito una variedad de
actividades biológicas en modelos in vitro e in vivo, incluyendo la modulación
de la actividad de ciclooxigenasas, de gran importancia en la regulación de la
homeostasis vascular y procesos inflamatorios (57) , así como capacidad para acti-
var las sirtuinas, una familia de enzimas deacetilasa implicadas en la regulación
celular, mimetizando los efectos beneficiosos de la restricción calórica sobre la
longevidad y la salud (58) . Sin embargo, parece improbable que con las muy bajas
concentraciones a las que se encuentra en el vino se puedan llegar a inducir efec-
tos similares a los encontrados en los estudios in vitro o in vivo. Así, un vino tinto
puede presentar una concentración media de resveratrol en torno a 5 mg/L, por lo
que ingesta de 375 mL aportaría aproximadamente 27 µg/kg peso en una persona
de 70 kg, cantidad que queda muy por debajo de las dosis de 22,4 mg/kg peso/día,
utilizadas en los ensayos con ratones (59) .
La presencia de polifenoles no es la única razón que se ha esgrimido para
explicar los posibles beneficios del vino tinto para la salud. Diversos estudios
apuntan que existen factores socioeconómicos y contextuales que podrían ser
igual o más importantes. Así, en los países donde el consumo de vino es tradicio-
nal, como el área mediterránea, existen hábitos dietéticos más saludables (p.ej.
dieta mediterránea) y el vino tiende a ser asociado a las comidas, lo que puede
tener efectos positivos adicionales. Entre otros aspectos, la presencia de alimento
en el estómago disminuye el pico de concentración de alcohol en sangre y tam-
bién eleva la tasa de metabolismo y eliminación del etanol; además, las propieda-
des antioxidantes de los polifenoles del vino pueden contribuir a reducir el estrés
oxidativo postprandial producido después de una comida (51, 60) . Por otra parte, la
presencia simultánea de alimento puede disminuir la cantidad de alcohol dispo-
nible a la acción de la microbiota oral, que tiene capacidad para metabolizar el
etanol a acetaldehído, compuesto que se ha asociado a los efectos tumorigénicos
del etanol en el tramo superior del tracto gastrointestinal (61) .