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De Yarmuk al Palacio de Gobierno
Al-Assad se encuentra en un punto de inflexión del que depende Siria, la vida propia, la
de su familia y colaboradores
DAMASCO, Siria-El Estado Islámico sigue en su fiebre de cortar cabezas en el Oriente
Próximo y ahora lo está haciendo en las afueras de esta Capital siria, donde ha asaltado y se
ha apoderado de más del 90 por ciento del campo de refugiados de Yarmuk, donde estaban
asilados gran cantidad de palestinos que huyeron de los bombardeos israelitas a la Franja de
Gaza el año pasado.
Según era de esperar, los yihadistas enloquecidos entraron en dicho campo de
refugio cortando cabezas y quemando vivas a personas inocentes; algo así como una droga
que les hace “vivir matando”; es la sed de sangre con la que se pasean por todo el Oriente
Próximo; es la peor vorágine sanguinaria que hayamos visto en estas épocas modernas. No
en balde el yihadismo del Estado Islámico lo que pregona es el regreso a la Edad Media, así
como se oye y lee, una de las tantas pruebas de que sus líderes están completamente
dementes o fuera de todo registro.
Lo preocupante para el mundo libre y cuerdo, radica en que los asesinos islámicos
están en Damasco, a pocos kilómetros del palacio de gobierno donde está parapetado el
dictador Bashar al-Assad junto a su familia y asesores más cercanos. Veremos si huyen o
son tomados vivos por el EI; pero si sucede esto último, lo más seguro es que los pasen por
el filo de sus dagas y rueden sus cabezas o les enciendan gasolina a sus cuerpos vivos en
una jaula, tal y como hicieron con el piloto jordano Muaz al-Kasasbeh.
Al-Assad creemos que es lo suficiente inteligente para saber que eso le sucederá si
cayera en las garras de los enloquecidos y sanguinarios yihadistas. Es por eso que el
ejército suyo, el sirio, tiene rodeado Yarmuk y está bombardeando desde tierra y aire a los
asesinos del EI. No puede darse el lujo de perder esta batalla, sino su régimen caerá y a
nadie a su alrededor le va a importar.
Si Damasco cae, caerá toda Siria y el Estado Islámico tendrá en su poder el arsenal
del ejército, los pozos petroleros y a toda una población postrada en esclavitud total. Eso lo
saben también los palestinos de las milicias de Aknaf Beit al Maqdis, que en estos
momentos se baten contra los asesinos islámicos en medio de escaramuzas realmente
sangrientas y plenas de valentía de su parte.
Lo más preocupante es la descripción que hacen los periodistas internacionales
emplazados en esta Capital siria, quienes han asegurado que, “estratégicamente la toma de
Yarmuk, por parte de los yihadistas, les da una cabeza de playa para entrar en Damasco, ya
que se encuentra a pocos kilómetros de la sede del gobierno de Al-Assad.” Este es un punto
de inflexión que está viviendo en estos instantes el dictador de Siria, “es una carta con la
que se juega toda la partida” y su triunfo en esta batalla por el campo de refugiados le dará
la continuidad en el poder, el abandono o caer en las garras de los yihadistas psicóticos; y
su final no será ni parecido al de Muammar el-Gadafi, quien tuvo una muerte “digna”, si el
término cabe, en manos de revolucionarios del pueblo libio. Tampoco será un final de
novela de guerra, como el experimentado por Saddam Hussein, ahorcado después de un
juicio relativamente justo.