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La situación ha llegado a tal efervescencia social, que encerraron a los diputados en
el Congreso, al poner cadenas en las puertas de acceso a ese edificio. Previamente se había
conformado una comisión Pesquisidora para investigar al mismo mandatario del país. Los
inconformes exigían el informe de labores de dicha comisión dentro de un plazo
determinado. Aunque todos ellos lo que desean es la renuncia inmediata del Presidente de
Guatemala y que se haga justicia ante la vorágine de acusaciones, despidos y renuncias de
funcionarios del gobierno debido a presuntos actos de corrupción. En resumen, los
guatemaltecos esperan que en el menor tiempo posible, el Congreso atienda la demanda y
decida retirar la inmunidad a Pérez Molina para ser llevado ante los jueces.
Quizás la medida coercitiva al poner cadenas a la puerta que lleva al
estacionamiento de los autos de los diputados, haya sido excesiva; pero que el descontento
del pueblo de Guatemala tiene derecho a concretarse… lo tiene. Es una prerrogativa que le
concede la democracia. En una dictadura, esos mismos manifestantes ya hubieran sido
abatidos a balazos en las mismas calles donde hacen sus masivos desfiles de
inconformidad. Pero Guatemala no es una dictadura. Eso es evidente, dichosamente.
Por su parte, el presidente ha reafirmado que se va a mantener en el cargo y niega
reiteradamente que esté vinculado a los actos corruptos que se han dado en su Gabinete y
que llevaron a la captura de funcionarios en la Superintendencia de Administración
Tributaria (SAT) y en el Instituto Guatemalteco del Seguro Social (IGSS). El jede de
Estado manifestó que está dispuesto a responder a las preguntas de los diputados, más aún
si le quitasen la inmunidad. Y cuando un periodista le cuestionó sobre su posible
responsabilidad al haber nombrado al presidente del Seguro Social y al superintendente de
la SAT, se defendió diciendo que “no tengo ninguna vinculación (…). (El nombramiento de
ambos funcionarios) es algo que la ley me obliga a hacerlo. Yo hubiera caído en
incumplimiento de deberes si no nombro a las personas en los puestos. (…) La ley dice de
esta terna debo escoger y eso hice. Las cualidades no las califiqué yo, las hizo el directorio
(…).” Se defendió ante los comunicadores de la prensa un atribulado presidente
guatemalteco. En lo que atañe a su renuncia dijo que “me voy a mantener en el cargo, es un
mandato constitucional, así que voy a enfrentar estos procesos. (…) Tenemos que seguir el
debido proceso que está establecido, quiero decirles que habrá que esperar la decisión de la
Comisión Pesquisidora y qué decisiones son las que van a tomar los diputados (…)”
Añadió. Así las cosas, esta es una tesitura por la que pasa la realidad Guatemalteca y que no
deja de ser un ejemplo para las demás naciones que sufren corrupción. El pueblo se cansó y
está demostrando que el poder reside en la gran masa de habitantes de un país. Lo demás,
solamente es cuestión de tiempo…