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pueblo forma gobierno, le ordena que gobierne bien, lo orienta, lo fortalece, le da su
confianza o lo destituye si se aleja de las directrices que le ha dado, según ha sido el caso
del Gabinete de Pérez Molina que ha sido expulsado de palacio.
Lo ocurrido en Guatemala es un ejemplo diáfano y valiente para que los
nicaragüenses lo repitan con su oprobiosa dictadura; y los costarricenses les pongan un
tajante final a sus mandatarios corruptos que se suceden uno tras otro en el cargo que el
pueblo les encomienda. De hecho, en Costa Rica lo único que falta es que la corrupción
institucional sea elevada al rango de ley. Pero lo que más aturde es la pasividad de ambos
pueblos que no actúan en consecuencia, que no enseñan su “músculo” y quitan del poder a
sus gobernantes para procesarlos como se merecen. Las imágenes de un Otto Pérez Molina
abandonando su residencia, escoltado por la policía civil, sin la menor demostración de
fuerza o violencia, son sutilmente impresionantes. Lo dramático lo marcó su rostro cuando
estuvo sentado frente al juez y al lado de su acucioso abogado: se le notaba tenso,
apesadumbrado, en estado de “shock”. “Me siento mal. Es muy duro lo que estoy
viviendo”, manifestó a los periodistas agolpados y también respetuosos del dolor del ex
gobernante. A su salida de los tribunales tampoco hubo una ofensa en su contra de parte de
ningún ciudadano, pues ya el pueblo había cumplido su misión de manera responsable,
cívica y además… elegante.
Su voz, desde una celda en el Cuartel Militar Matamoros, donde fue enviado por el
juez Miguel Angel Gálvez, se ha hecho escuchar al exigir que se le aplique la “presunción
de inocencia” en los cargos que se le imputan. Por supuesto que está en su derecho de que
se le trate dentro del concepto de “inocencia” hasta que no se le demuestre que cometió los
errores que ahora son especulaciones solamente. Su ex vicepresidenta, Roxana Baldetti, por
su lado, lo está intentando todo para salir de prisión y pidió que la trasladaran de la prisión
de Santa Elena, sita en la zona 18 de esta Capital; pero ha sido un intento fallido.
Continuará ahí quien es la causante de todo este desaguisado que ha tenido en vilo a
Guatemala entera. Hoy, en el país se vive una calma chicha, es el “día después”; el pueblo
luce relajado, ya ha cumplido su sublime misión de poner las cosas en orden, conocedor de
que ni la CICIG ni los políticos fueron los que lograron la destitución del gobierno, sino
que lo hizo el pueblo mismo y nadie más. El tema de las elecciones de este domingo recién
ido es solamente “la corbata” elegante que se han puesto los guatemaltecos para concluir
este proceso histórico. Los ciudadanos se han ganado nuestro absoluto respeto y
admiración. Que no quepa duda de ello.
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La Crisis Griega es Problema de Todos
La lejanía geográfica en la que se encuentra Grecia no es un atenuante para que nos
sintamos seguros y decir que ese “es un problema únicamente de los griegos,” más aún en
América Latina donde las economías de varios países –o de la mayoría de ellos-, se han
manejado con absoluta irresponsabilidad o de manera peor, dando millonarios salarios a
algunos pocos empleados o asaltando con descaro al fisco.