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A este personaje se le acusa de haber usado dinero del sistema de seguridad social,
para financiar la campaña política que le llevó al poder. El propio presidente Hernández ha
aceptado que así ocurrió precisamente. El desfalco fue significativo; no obstante el
mandatario manifestó que él siempre desconoció de dónde provenía el dinero y cuando se
percató del acto corrupto, pidió a su partido devolver al Estado esas cantidades de manera
íntegra. “Mi partido (Unión Nacional), me ha informado que la suma es por US$147,783.
Fueron 10 cheques; pero yo no tengo nada que ver con la corrupción en el Instituto
Hondureño de Seguridad Social (IHSS).” Puntualizó. En todo caso, esta realidad es la que
más se parece a la guatemalteca en lo que estriba a la inconformidad en las calles de los
manifestantes que se hacen llamar “los indignados de Honduras.” En lo que atañe a Costa
Rica, la corrupción proviene de los sindicalistas incrustados en Instituciones del Estado, en
la Refinadora de Petróleo, en el Instituto de Electricidad y en la administración del puerto
del Atlántico, entre otras. Son grupos de empleados con verdadero poder interno en cada
uno de esos entes y con una gran fuerza de convocatoria. Tienen sueldos superiores a
cualquier otro costarricense y prebendas en el combustible gratuito para sus vehículos,
medicina a bajísimo costo, pago de incentivos que son inmorales a todas luces (por
ejemplo, se les regalan cheques por el simple hecho de llegar temprano a laborar cada día);
también se les dan casas gratuitas, pago de servicios (agua, luz, teléfono, etc.), a ridículo
costo; viajes al exterior pagados en su totalidad y un largo etcétera de gollerías que tienen al
fisco nacional prácticamente a disposición de ellos solos. Recientemente, uno de esos
líderes sindicales amenazó a los periodistas “por meterse en los asuntos internos de los
empleados públicos.” Finalmente, el caso de Nicaragua es el peor de todos, conocido por
“griegos y troyanos”, donde el dictador y su mujer hacen lo que les place y cuando les
place. Por ello preguntamos, ¿Habrá efecto dominó en la región? Lo dudamos; aunque es
imperativo que suceda por el bien de estas naciones y pueblos saqueados.
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Entre el Terciopelo y el Finísimo Cristal
CIUDAD DE GUATEMALA-Acaba de llegar a su final una de las revoluciones más
impresionantes en la historia de la humanidad, así como se lee y no estamos exagerando. Y
lo ha sido por cuanto los guatemaltecos han depuesto a su presidente constitucional, el
general retirado Otto Pérez Molina, sin que haya mediado ni una sola gota de sangre de
ninguna persona en este proceso; sin que la Carta Magna del país haya sido violentada y
tampoco se hayan violado las garantías y derechos legales de quienes hoy son presos del
Estado. La revolución de los guatemaltecos ha oscilado entre la elegancia del terciopelo y
la finura del cristal en cuanto al método, al mecanismo que utilizó el pueblo para bajar del
poder a su presidente; y ha sido ejemplar para todas las naciones del mundo porque se han
acordado de que los ciudadanos son los verdaderos dueños del mando de un país; que el