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La Rosa del Diablo
Meditaciones después del plebiscito en Colombia
TERRITORIO NACIONAL, Colombia- En una ocasión una bella doncella campesina le
regaló una linda rosa roja a un caminante que pasó frente a su casa. Fue una flor que ella
cortó de su jardín. Se ocupó de que fuera la más bella de todas, la que tenía el olor más
profundo y los pétalos más tiernos que se hubieran visto jamás. El hombre, siempre serio,
vestido completamente de negro y con sombrero de ala ancha, miró a la joven sin
agradecerle el gesto, con unos ojos fríos como el acero, y tomó la rosa que, de inmediato,
prendió fuego y se pulverizó en su mano izquierda. La mujer se asustó, echose hacia atrás y
salió corriendo. Le había entregado una flor al diablo.
Tomando esta historia del quehacer campesino, que no es nada más que una
leyenda, analizamos la situación política y armada de Colombia. Y es que sobrevienen
tiempos de incertidumbre para este pueblo que, sin embargo, ha votado sabiamente, con
muchísima sabiduría, en contra de los Tratados firmados en La Habana, Cuba, entre la
guerrilla de las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos. Por supuesto que ha habido
sorpresa, pues apenas unos pocos días antes de la consulta a los ciudadanos, los analistas y
periodistas colombianos e internacionales, preguntaban en sus artículos en los periódicos y
revistas, “¿Por cuánto ganará el ‘SÍ’? Pero todos se equivocaron. Hasta yo, quien creí que
iba a resultar muy fácil que el pueblo apoyara de manera irrestricta lo firmado en la isla
antillana.
Y Raúl Castro, el garante, el anfitrión además, de las reuniones bilaterales gobierno-
guerrilla, ha actuado exactamente como el demonio al que la linda joven le regaló la rosa y
la ha quemado. Su presencia en La Habana, siempre robando cámaras de la TV y “flashes”
de la prensa escrita; y después de visita en Cartagena de Indias, en el Caribe colombiano, ha
significado la maldita suerte que ha corrido el plebiscito; es decir, “la rosa pulverizada” en
la mano del siniestro ángel de las tinieblas. Entre otras cosas porque Raúl Castro no cree en
la paz, tampoco en la pacificación de ningún país en guerra y mucho menos que los
guerrilleros, apoyados desde siempre por él y su hermano, el dictador emérito, Fidel Castro,
dejen de traficar con cocaína –que hace escala en la Capital cubana-, y que le den parte de
las millonarias ganancias por concepto del narcotráfico.
La rosa, que no es otra cosa que la paz, después de conocer los resultados del
plebiscito, ha quedado en la mayor de las incertidumbres como apuntamos arriba; y la
decisión si retorna la guerra ha quedado en la voluntad de los guerrilleros, quienes tampoco
creen en la pacificación del país. En nuestra opinión, es muy posible que regresen a sus
campamentos en las selvas y retomen las armas, el trasiego de droga, los secuestros de
jóvenes, los asesinatos de hombres del campo y el lavado de dinero, entre otras desgracias y
maldiciones que ellos practican y han efectuado desde la noche de los tiempos, desde que
tenemos memoria.
Los mercenarios analfabetos o cuasi-analfabetos, le estarán dando gracias a los
votantes, porque así seguirán en la vorágine de la sangre, de las matanzas impunes de
colombianos inocentes y no tendrán que salir a pedir trabajo por las calles de Bogotá,
Medellín o Cali, para ganarse la vida.