Mi libro mi vida en la prensa escrita | Page 73

Página 73 de 102 dejaba observar en el cuerpo y el rostro de la candidata demócrata, durante la emisión televisada a todo el país, que no tenía más trucos para derrotar al millonario. El día de las votaciones se acerca. Donald Trump parece estar acatando los consejos de sus amigos más avezados en lides políticas y es muy probable que, en las próximas fechas, saque a la luz pública más datos de una ex Secretaria de Estado que estuvo más cercana a lo corrupto que a la honestidad cuando ostentó ese cargo. Se esperan municiones y detonaciones propagandísticas más fuertes y contundentes durante este corto período de tiempo. Ya lo iremos viendo con el paso de las fechas. Ciertamente Donald Trump llegó en limousine rodeado por sus fornidos guardaespaldas, algo muy necesario en los Estados Unidos de hoy, siempre a merced del terrorismo islámico y con un presidente llamado Barack Obama, que ha permitido que los asesinos del Daesh ataquen por toda la geografía norteamericana a sus anchas; pero el mismo candidato republicano salió de aquel lugar del segundo debate, por sus propios medios, semejante al ave Fénix, remontando el vuelo desde el suelo y desde sus cenizas. Más del 75 por ciento de su partido le apoya, son las bases, los ciudadanos de las fábricas, de los andamiajes de las construcciones de rascacielos, soldados, amas de casa, estudiantes; contrarias al establishmentde los viejos republicanos que le han querido ver fuera de esta candidatura. A ellos, Trump les ha tenido un mensaje también: “No necesito de ustedes, a quienes solamente les ha importado el bien personal por encima de nuestra nación. No los necesito a ustedes viejos conservadores, anquilosados, que no han permitido el progreso de nuestro partido.” Pero ha llamado la atención, en primerísimo plano, la actitud de Hillary, quien se asemejó más a una abuela cansada en presencia de su hija y su esposo Bill; y un hombre adusto que se paseaba frente a ella, que a cada paso pulverizaba los argumentos de aquella mujer cuya carrera política y profesional la ha basado en el engaño, la ilusión causada por las palabras y en los errores de una política débil y pueril como lo ha sido la de su jefe Barack Obama. La guerra por la Casa Blanca continúa; pero ahora Hillary Clinton es quien tiene que levantarse de la lona donde la han tirado los argumentos descarnados de Trump. Dios quiera que no pueda erguirse, por la memoria de quienes murieron por culpa suya en Libia, Irak, Siria, Francia, los Estados Unidos y en todos los países donde el terrorismo aupado por ella misma y Obama, han ensangrentado a sus pueblos. Los norteamericanos urgen de un cambio de líder y el mundo entero también, pero muy distinto al apellido Clinton, que es sinónimo de debilidad, deshonestidad, deshonra, lascivia, confusión, peligro y fracaso.