Mi libro mi vida en la prensa escrita | Page 43

Página 43 de 102 El cabecilla de ellos se llama Ibrahim bin Awad bin Badri al Radawi al Husseini al Sammarrai, quien cambió después su nombre verdadero al de Abu Bakr al Baghdadi y se autonombró califa, algo así como un ungido por Aláh y el profesa Mahoma. Invadió la segunda ciudad de Irak, Mosul, tras la huída cobarde del ejército iraquí, y la convirtió en la Capital de su Estado de muerte y destrucción. Sin embargo, su sueño y el de muchos de sus seguidores, nunca se cumplió, cual era enfrentarse al ejército estadounidense en el terreno, con la infantería. Tal era la sed de venganza que albergaban en ese momento y que todavía mantienen a pesar de las derrotas consecutivas y las muertes por los bombardeos, de sus líderes. Por esa razón, las convenciones militares se crearon y firmaron por los países signatarios, para “humanizar” las guerras –si el término es el propicio-, y tratar humanamente a los prisioneros. Pero los norteamericanos, repetimos, infringieron esos Tratados. De ahí que el surgimiento del Daesh o ISIS, ha sido de lo peor que hemos visto en el nuevo milenio con sus asesinatos sumarios, sus fosas comunes, la quema de presos vivos, las decapitaciones por cualquier motivo en plazas públicas y ante conglomerados de gentes observando las masacres a plena luz del día. Otro de los grandes errores de Washington, fue involucrarse en la guerra contra el Daesh, demasiado tarde. Barack Obama dejó que corriera la sangre de inocentes, quizás basado en que eran iraquíes y sirios y no norteamericanos quienes eran destrozados por la serpiente que se tragaba poco a poco a las dos naciones del Oriente Próximo. Fue después de que Vladimir Putin decidiera actuar de lleno en Siria con su aviación y asesores, que la Casa Blanca decidió también hacer algo en suelo iraquí. Es decir, la competencia por la hegemonía armada mundial, se trasladaba otra vez a la región. En lo que atañe al Estado Islámico, nos ha presentado muy poco logísticamente hablando. Comenzaron la guerra sin armamento apenas, y, conforme iban huyendo los soldados iraquíes, los terroristas se iban apertrechando con misiles, tanques y otros blindados que les hemos visto en su infinidad de material gráfico y fílmico que han colgado en internet. Además, los grupos armados y entrenados por los Estados Unidos para dirigir la guerra contra el presidente sirio Bashar al-Assad, les han cedido gratuitamente esas mismas armas a los hombres del Daesh, hasta hacerlos más fuertes. Decíamos logísticamente, porque a pesar de ser ex militares del ejército de Hussein, sus tácticas en el campo de batalla han sido deplorables y más que deplorables… cobardes. Una combatiente canadiense lo dijo tempranamente y con toda exactitud: “el Daesh no combate, apenas nos ven llegar (a los Peshmergas), huyen atemorizados.” Recordemos en la Guerra del Golfo cuando los mismos soldados de Saddam Hussein se arrodillaban ante las tropas Aliadas, demostrando auto-humillación y ninguna hombría en el escenario bélico. Han sido terroristas; pero con la población civil iraquí, siria y libia. Han infundido el terror en esos pueblos y en nadie más. No han ganado ninguna batalla, porque sus enemigos huyeron como hemos dicho y les dejaron las ciudades libres para que se asentaran ahí; incluso, para efectuar los atentados en París, han tenido que drogarse, porque estando sobrios la valentía no les alcanza. Huyen cada vez que tienen la oportunidad, se cortan sus barbas, se visten con túnicas de colores sobre sus raídos uniformes negros y se confunden entre los ciudadanos comunes, a fin de despistar a los enemigos. Son largas las columnas de desertores que enseñan, orgullosos empero, sus credenciales del Daesh a los periodistas que les encuentran y entrevistan.