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En el momento cuando se tomaron las gráficas, el ejército alemán tenía
arrinconados a los soviéticos en las entrañas de su propio país y los rusos no soñaban
siquiera llegar a territorio polaco nunca.
No quiero exculpar a los alemanes. ¿Pues, qué sentido tendría para mí hacerlo?
Como tampoco quiero aplaudir a la canciller Merkel, quien se pone de rodillas implorante
ante los judíos actuales y de paso, quiere que los alemanes actuales también lo hagan. Pero
tampoco quiero repetir ese "pobrecitos”, un adjetivo con el cual se pone en alto relieve a los
hebreos, olvidando premeditadamente a las otras víctimas de los nazis y que fueron miles
también. Tampoco quiero subrayar que los judíos han sido "blancas palomas”, más aún si
revisamos con calma los últimos acontecimientos en Palestina, donde han masacrado a
decenas de niños, mujeres y ancianos, con toda la fuerza de su ejército; y, además, han
construido un ghetto, muy parecido al de Varsovia, donde están hacinados miles de miles
de palestinos, delimitados por un muro altísimo e ignominioso. Ante todos estos hechos
macabros, hay que atender a la historia, a la verdadera historia, para que nos enseñe lo que
otros tergiversan y nos muestre que el ser humano, con sus crímenes y mentiras, puede ser
más salvaje que la peor de las fieras y más malvado que el mismísimo Satanás. Y en honor
a la verdad, a esa verdad que hoy invoco aquí, los alemanes, ucranianos, letones y otros
colaboracionistas en "la Solución Final al Problema Judío”, ya han muerto, han ido
muriendo con el paso de los años y los alemanes que hoy están en el mundo…están exentos
de toda culpa, aunque a la canciller Merkel, hija de un Pastor luterano y por ello fiel
creyente en la "misión divina del pueblo judío”, según el Antiguo Testamento, se empecine
en seguir culpabilizando lo que ya ha sido indultado desde que se convirtió en las nuevas
generaciones de alemanes. Y algo muy importante: Israel es el país que es ahora, gracias a
la ayuda de Alemania, que les regala armamento, medicamentos, otorga becas a estudiantes
judíos a las Universidades alemanas; también les concede maquinaria agrícola, abonos, y
un largo etcétera de regalos, incluyendo millones de millones de Euros, con tal de pagar
una culpa que no debiera de existir desde la renovación de las generaciones modernas.
Con toda veracidad, Auschwitz está ahí, sus grandes instalaciones lúgubres y
mortuorias están en Cracovia; como también está ahí, la Palestina masacrada y vuelta a
masacrar cuando a los judíos les apetece.