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Han Pasado 25 Años de la Barbarie
BEIJING, China-Los innatos deseos de libertad, que son inherentes al ser humano; los
cambios en el mundo que los jóvenes chinos sabían que se estaban dando vertiginosamente
(la caída de Muro de Berlín y el bloque de países del Este que se derrumbaba); el cansancio
de no tener siquiera lo elemental para vivir y el conocimiento preciso y cabal de que en el
poder del país estaba una gavilla de personajes corruptos y criminales, todo eso hizo que
miles de muchachos, estudiantes valientes y desarmados, se apersonaran poco a poco en la
Plaza Tiannamen, en el centro de esta Capital, para hacer escuchar sus legítimas demandas.
El politburó chino-comunista creyó que aquello se disiparía tan fácilmente, igual a
la niebla de una noche cualquiera, de esas tantas que se dan en las zonas frías y húmedas de
este enorme territorio asiático. Pero nó. Se equivocaron de medio a medio, porque los
jóvenes seguían arribando a la plaza. Todos pedían en una sola voz, democracia, libertad en
todos los órdenes morales, religiosos y socio-económicos. De eso han pasado ya 25 largos
años y muy pocos se refieren a aquel hecho que se asemeja mucho a una épica moderna,
que hubiese sido imposible de imaginar por el gran Homero, el cronista de la antigüedad.
Simultáneamente, los blindados del ejército fueron llegando, sus orugas se abrían
paso por el asfalto y el cemento que llevaba a la Plaza Tiannamen, donde sus improvisados
e inesperados habitantes, los muchachos, hacían fogatas, corrían, reían exultantes, lanzaban
vítores al aire, un aire que se veía contaminado por los aviones caza que sobrevolaban
amenazadores el lugar. Y aquí viene "la bofetada” al poderoso ejército chino: un joven,
cuyo nombre nunca se dio a conocer y su paradero tampoco después de su hazaña, detuvo a
la hilera de tanques, mientras el conductor del primero de ellos trataba de eludir al joven
manifestante. Una impronta que le dio la vuelta al mundo y que aparece en todas las
enciclopedias impresas a partir de los años 90. Era el pueblo, el poder de un pueblo
desarmado, que se enfrentaba a un Estado corrupto y militarizado, capaz de efectuar la peor
sangría en aras de mantenerse aferrado al mando del país.
Fue hace 25 años cuando los muchachos chinos se negaron a abandonar la
Plaza Tiannamen. Los "flashes” de la prensa extranjera tomaban las instantáneas; los
reporteros esperaban el desenlace creyendo que aquello no pasaría a más y que el gobierno
de la China comunista, el Estado más hermético del mundo, reaccionaría con sapiencia,
respetando a las vidas humanas ahí congregadas. Pero nó. Se equivocaron los
corresponsales acreditados en el siniestro país. Los blindados comenzaron a disparar, los
aviones sobrevolaban más bajo aún; la policía dio paso a la infantería del ejército y
comenzaron a barrer toda muestra de vida humana que hubiera en la gran explanada. Los
gritos de la juventud pidiendo democracia, se tornaron en alaridos impulsados por el terror;
la sangre emanaba aquí y allá. Fue el día cuando el Sol se eclipsó y dio paso a una
oscuridad que muchos llevamos aún en nuestro recuerdo. En estos días, en este 25
aniversario, la policía china, la misma de aquel fatídico año, ha prohibido periodistas,
fotografías, alusiones, cables de prensa,entrevistas y todo lo que se dé para conmemorar
aquella masacre de los estudiantes.