Mi libro mi vida en la prensa escrita | Page 15

Página 15 de 102 Y así me fui curando poco a poco interiormente, fui cerrando heridas y acariciando mis traumas hasta tranquilizarlos. La adolescencia había llegado y con ella la firme determinación de curarme de tanto dolor de infancia. Recuerdo que en la materia de Artes Plásticas dibuje en molde, la cabeza de Müller, para luego hacerla en retrato al óleo; pero a la profesora no le pareció bien y aquel dibujo pasó a colgar de la pared de mi habitación por muchos, muchos años más adelante. Toda esta retrospección e introspección las hago aquí y ante los ojos de mis lectores, porque me ha partido el alma saber que Gerd Müller está recluido en un asilo para ancianos, sin serlo del todo, porque padece el mal de Alzheimer. Ya no recuerda a ninguno de sus amigos. Ni a Beckenbauer, ni a Paul Breitner, ni a Sepp Maier… a nadie. Dicen que, estando el Bayern concentrado en Italia en un entrenamiento, Müller tomó un tren hacia Alemania, sin avisar, y sin saber adónde iba cabalmente y porqué lo hacía. Varios años antes sus amigos de Selección Nacional y del Bayern le rescataron del alcoholismo en el que había caído cuando jugaba al futbol en los Estados Unidos. Le tenía miedo a los aviones y cuando su club tenía que desplazarse a disputar los partidos lo hacía vía aérea; fue cuando Gerd Müller, para superar aquella fobia, comenzó a tomar antes de cada vuelo y así fue adquiriendo el letal vicio. De regreso a Munich, sus ex compañeros se dedicaron a rehabilitarlo hasta que lo lograron. Algo típicamente alemán… no abandonar al amigo. Hoy, yo me siento bien interiormente. Mis heridas parecen cicatrizadas y los traumas que me causaron las gentes salvajes de aquella ciudad-cárcel, parecen aliviados; pero Müller… ¡Oh dicotomía! Es quien sufre sin que lo merezca ni en mínimo grado. Mi héroe, el héroe de muchos en los años 70s, a quien imitaba en el campo de juego y cuya imagen de deportista me ayudó a sanar mi psiquis, a levantar mi espíritu y a reconstruir mi personalidad fuertemente dañada, es ahora quien ya no reconoce ni a los más cercanos suyos. El diario Bild, el más leído en Alemania, fue el que publicó la noticia; y bajando las grandes páginas del periódico, ha habido muchos que hemos dejado rodar una lágrima por nuestras mejillas al saber del dolor del gran goleador alemán de México 70, del Bayern de Munich, de quien le dio el Campeonato del Mundo a Alemania con aquel gol contra Holanda, en 1974, y tantas Copas y éxitos al futbol teutón como nadie antes lo había hecho. Y yo sigo repitiendo que en este mundo hay ángeles que no saben siquiera que lo son y que, a pesar de la distancia, te ayudan así, sin que ellos mismos lo sepan tampoco. El espíritu triunfador del gran Gerd Müller, “el bombardero”, como le apodaban, levantaba mi alma dañada, la acomodaba, la reconstruía a muchísimas millas de distancia y pensar que él nunca lo sabría. Los axiomas de Dios son misteriosos y los ángeles que pone en nuestras vidas… lo son más todavía. ¡Vive por siempre Gerhard! Te lo grita un hombre agradecido.