Mi buen asesino mibuenasesino TEASER | Page 21

El padre siempre prefirió las reuniones a puerta cerrada, sin ningún miembro del Círculo, estibadores como él, amigos a los que convirtió en socios cuando liquidó a los jefes y llegó a lo alto de la organización. Por el contrario, César prefería los encuentros abiertos, con más gente. Puede que quisiera sentirse protegido, o era un artista que necesitaba del público. El caso era que César renunciaba a la intimidad, aunque, por más que supieran, aquellos zotes no representaban ningún problema. Antes de Marcus y Albóndiga hubo otros y después de ellos habría más. —Bien, Samuel, hablemos de trabajo. Intentaba no mirar el peluquín. —Quiero hacerte un encargo. ¿El peluquín se movía? —Solucionarás un asunto. ¿Cómo estaría pegado? ¿Cola? ¿Se lo quitaba por la noche y le quedaba en la calva una tira de engrudo reseco? ¿Era un implante? ¿Un pequeño roedor muerto? —Quiero que mates a alguien que cree que puede hacer negocios por su cuenta. Acepté una copa de chianti para dejar de mirar la mofeta. Me sirvió César. La botella con la funda de mimbre era enorme. La manejaba con dificultad. Llenó un vaso hasta arriba y bebí. Supuse que también era uno de sus productos. Sabía a agua de barreño en el que Albóndiga se había lavado los pies. A Dean Martin lo hubiera decepcionado. —¿Quién es ese hombre? —Se llama Ned, era uno de nuestros distribuidores de whisky Pure Gold. Ha decidido dejarnos. Dice que nuestro whisky es una porquería. No lo culpaba. Ese tal Ned había renunciado a dejar ciegos a sus clientes. Y ahora tendría que matarlo. La vida era injusta.