pues el sistema tiene que “renovarse”, ya que requiere de más “frescura”, y
“originalidad”, para sus próximos despliegues entelequiales.
A estas alturas el lector ya debe sospechar que el agujero donde estamos
metidos es más profundo de lo que podemos siquiera imaginar. ¿Habrá alguna
salida? Estamos en condiciones de responder que existe una salida, una
posibilidad, y se llama METAÉTICA.
5. Los Símbolos y la Conciencia.
Los símbolos y el inconsciente son muy importantes, y como ya tenemos
noción del por qué alrededor de ellos se diseñan las estrategia psicosociales,
comprobaremos que en la mayoría de los países, los Estados no operan estas
variables, y si lo hacen, es con total falta de responsabilidad, esto último es lo
más común, y se ha venido a denominar “propaganda política”, una sarta de
mentiras bien urdidas y elaboradas, y que sirven para imponer dogmas,
paradigmas, entidades, avaladas por tal o cual corriente política, antropológica,
filosófica, a fuerza de repetición.
Cuando hablamos de psicología social, solo podemos referirnos a la
funcionalidad del sujeto colectivo macrocósmico, y la importancia que reviste la
emergencia de los símbolos arquetípicos en la conciencia macrocósmica.
Recordemos lo que dijimos de la conciencia de un individuo al tratar sobre los
ámbitos psicológicos: “Las estructuras psíquicas están representadas por la
esfera “Afectiva o Emocional” y la esfera “Racional”. La esfera afectiva es
IRRACIONAL y sus contenidos sémicos activan el sistema endócrino. El centro
de la racionalidad esta vinculado a la memoria arquetípica o CEREBRO, y es
conceptual. El centro afectivo esta vinculado al CORAZÓN. En ambas esferas
hay contenidos estructurados, pues ambas son continentes con capacidad de
almacenaje memórico, y conforman la Estructura Cultural.
Enlazando estas estructuras psíquicas emocional y racional se encuentra el
centro de la personalidad, una memoria que almacena recuerdos
conscientes y que por eso mismo se llama ESFERA DE CONCIENCIA. En esta
esfera esta el centro referencial psicológico del Sí Mismo.”
Ahora hagamos el planteamiento de una pregunta esencial: ¿Cuál es la esfera
de conciencia de un sujeto colectivo? ; Antes de contestar, aclaremos la
analogía. La conciencia individual, aquella memoria dinámica cuya
funcionalidad es percibida como el centro de la personalidad que existe como
sujeto individual y responde al mundo externo en el día a día, es el resultado de
la acumulación de significados reales o aparentes que el individuo logra
capitalizar a través de su fuerza volitiva, encargada de propiciar la emergencia
de los símbolos desde la esfera de sombra o inconsciente. Es decir, con fuerza
volitiva construimos la personalidad que se manifiesta en la esfera de luz o
realidad habitual, el estado de “vigilia”.
Ahora estamos en condiciones de responder a la pregunta, pues la esfera de
luz de un sujeto colectivo es el COLECTIVO CULTURAL, o personalidad social
de un gregario. Podríamos llamarlo, culturalmente claro, “idiosincrasia”.
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