y posterior sometimiento que produce este enfrentamiento terriblemente
dramático con el símbolo sagrado.
Ejemplifiquemos; El arquetipo “padre”, y el arquetipo “madre”, son tan
poderosos, que podríamos considerarlos como típicos símbolos sagrados.
Absorben la energía psíquica o libido conformando un sujeto psicológico, una
especie de “alter ego” inverso llamado ánima o ánimus en psicología jungiana,
y que es protagonista de toda relación dramática que el sujeto canalice con el
sexo opuesto. Decimos que es inverso porque cobra forma de “mujer o dama
ideal” en el hombre, y connotación “paterna y varonil” en la mujer. Esta
proyección involuntaria del símbolo sagrado de forma recíproca en la pareja, es
la causa de lo que llamamos enamoramiento, y dependiendo de la constitución
psicológica, la madurez integral, es decir, la evolución óntica, la proyección
adquiere distintos matices entre tanto la relación se despliegue por el tiempo
perdiendo sentido a causa de la cotidianidad; Así, el “padre de familia” muchas
veces proyecta los diversos rostros del mismo símbolo sagrado que anida en
su inconsciente, y la esposa puede tornarse “madre”, “hija”, “amante”, todo
depende de la tensión energética del drama del momento; Ahora bien, el
símbolo sagrado es la proyección degradada de un arquetipo universal, y
revela su rostro más terrible cuando sale del contexto habitual, y se torna
trascendente, como un “Dios” en los sujetos propensos a lo sacralizante. La
fagocitación psíquica, la absorción, la pérdida del centro metafísico, es
constancia de que un símbolo sagrado esta operando.
Los símbolos sagrados se hallan contextualizados en los mitos, son estructuras
simbólicas, significativas que fueron transmitidas oralmente, y si bien en
muchos casos perduraron a través de los registros escritos, fue por la influencia
que ejercían, no solo en la forma de vida individual y colectiva de la mayoría de
pueblos de la antigüedad, sino en todos los ámbitos de la existencia humana,
perduraron en el inconciente colectivo hasta la actualidad. Propiamente, los
llamados MITOS, eran referentes existenciales y actitudinales que operaban en
el universo psicológico, o metafísico micro y macrocósmico, en otras palabras,
operaban tanto en los sujetos individuales como sociales. Una aproximación a
estos contextos es de vital importancia, pues rescatar los significados arcaicos
del inconsciente es conducente hacia la PERCEPCIÓN ANAMNÉSICA, una
posibilidad latente en todo hombre y mujer con legado de sangre.
3. Mitos Universales.
Los mitos universales son el mayor repositorio de simbología ancestral, y al
estar referidos a lo psicosocial, su estudio pormenorizado, fue una prioridad
para los antiguos.
En este contexto coincidimos plenamente con esta afirmación: “Un hecho
conmocionante se convierte en historia luego en leyenda y la leyenda
transmitida a través de las generaciones se convierte en mito. Por tanto un mito
no es una creencia de carácter imaginario, inventada caprichosamente para
explicar el origen del universo o del hombre. Un mito tiene su origen en un
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