pueblos es el comercio de objetos culturales y la DEVOCIÓN TEMEROSA por
arrebatos de MIEDO EXISTENCIAL.
Por el contrario, los pueblos del pacto de sangre estaban en GUERRA
constante, contra sí mismos y contra el mundo y el concepto de CERCO o
MURALLA era fundamento para su estrategia de vida. Imponían su FUERZA
VOLITIVA y transformaban su entorno. Jamás aceptaron el determinismo
fatalista del destino, ellos se consideraban inmortales como sus divinidades de
las cuales afirmaban descender, y OPONIÁN SU VOLUNTAD AL DESTINO.
Los pueblos del pacto cultural vivían una FORMA DE VIDA, los pueblos del
pacto de sangre, una ESTRATEGÍA DE VIDA a todo nivel: político, social,
económico e individual.
Los pueblos del Pacto de Sangre RECORDABAN SU DIVINIDAD y la
veneraban, porque en ese remoto pasado la humanidad estaba aún vinculada
con el RECUERDO DE SU ORIGEN y por lo mismo desarrollaban una
formidable fuerza volitiva que afirmaba la individualidad o primacía del individuo
sobre el gregarismo.
Los pueblos del pacto cultural rendían culto a su naturaleza telúrica, (“del polvo
fuiste tomado y al polvo volverás”) su esencia común y gregaria, por ende la
preeminencia de la comunidad y los objetos culturales. La felicidad está en la
posesión de los objetos y lejos del dolor.
Todo este análisis nos sirve como pauta referencial para comprender un hecho:
nosotros llevamos en nuestros contenidos mnémicos esta dualidad esencial, el
pacto de sangre y el pacto cultural, y ambos definen nuestra forma de encarar
la apercepción de los símbolos que emergen desde el inconsciente colectivo y
personal hacia nuestro sujeto consiente.
Este análisis sobre la cultura y el hombre antiguo nos permite acercarnos al
ORIGEN del conflicto existencial que padecemos, y cuyas características serán
tratadas cuando analicemos algunas pautas gnoseológicas vitales sobre la
cultura y su relación con el hombre moderno.
Por eso diremos que el hombre antiguo (el del Pacto de Sangre), consecuente
con su herencia ancestral, su legado de sangre y simbólico, ASPIRABA A LA
INMORTALIDAD y por eso mismo, a trascender todo rango de su psicología
humana para ser digno de alcanzarla.
Aquí tenemos un antecedente histórico válido para lo que en este tratado
llamaremos METAÉTICA, una ACTITUD de desafío hacía las fuerzas de la
naturaleza dominantes desde el origen filogenético del Ser Humano,
trascendiendo todo límite moral y meramente psicológico.
También observaremos, y esto es muy importante, que el hombre de la
antigüedad sostenía una significación relevante del PRINCIPIO FEMENINO, en
el cual veían una fuente generadora de virtudes fuente de veneración de lo
virginal y lo venusino.
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