Entonces, cuando todo parece perdido, se escucha primero un susurro, luego
un clamor; es Ella la Virgen de Agartha y su niño de piedra: El Honor.
Permítannos hacer un paréntesis para expresar este sentido en una canción
dedicada a Ella…
Honor es mi Lealtad
Que brilla en el Altar
La Sangre de la Patria Espiritual
Nos llama a Despertar
Por la Liberación
El Fuego del Espíritu Inmortal
Nostalgia de un A-mort
Que muestra en su Fulgor
El Rostro Increado el Cual A-me
Con Lealtad y Devoción Inmaculada
Siempre Fiel a su Recuerdo Luchare
Y en su nombre me restaurare
Conquistando Cumbres Con Las Alas del Honor
Y Por Ti la Vida Ofrendare
Conquistare la Infinitud
El Fuego de tu A-mort
Domina el Corazón
Es Frío Como Piedra Milenaria
Que Mata el Dolor
Y la Desolación
Destruye la Mentira Apasionada
Volverte a Contemplar
Al Fuego de Tu Luz
Gema Luminosa del Graal
Nación de Héroes y Guerreros Inmortales
Por su Arista en su Honor Resurgiré
Y en tu nombre solo buscare
El Reflejo Increado que Brota de tu Ser
Y Por Ti Con Gusto Moriré
Conquistare la Infinitud
¡Honor es Mi Lealtad!
Quién vive en función del tiempo de los demás, pierde el tiempo, y me refiero al
tiempo propio, instancia única donde podemos forjar nuestra espada. Metaética
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